“Era tan feliz como infeliz y eso era más de lo que nunca había sentido…”
Las aventuras de la china Iron Gabriela Cabezón Cámara
“Las cosas que se ven acá ¿no?” comentaba alguien frente al ingreso de la Sala I de Juicio. Debía entenderse “cosas” conductas humanas aberrantes y/o monstruosas. Tuvo lugar hoy la primera audiencia de un padrastro acusado de violar a la hija de su pareja desde los siete años. Sobre una denuncia puesta en la Colonia Santa Rosa en el 2017. El acusado Dario Alejandro Diaz alias “Gordo” había sufrido un ACV y accedió a la prisión domiciliaria con pulsera electrónica.
Resultaba indigerible que la propia madre hubiera entregado su hija para que le hiciera parir otra hija que ella ya no podía darle. Y que figurara prófuga en el expediente. La victima declaró a puertas cerradas todo el drama. Los manoseos permanentes siendo una bebé y la marca imborrable de haber sido accedida a los diez, tres años antes de su primera menstruación, y que continuó hasta los 17 en todos lados, ahí donde le agarraba las ganas, sobre todo en sus chiqueros de chanchos a los que la llevaba en la moto.
Con su madre recomendándole “hacé lo que él te dice” y ella soportando el escarnio aterrada por el gordo que la mantenía sumisa con amenazas y golpes. A poco de cumplir la mayoría de edad conoció un muchacho en la finca y se enamoró. Aunque parezca cuento de hadas ese amor iba a terminar con su suplicio de una década. El muchacho se presentó en su casa a pedir su mano y el padrastro le impuso condiciones que no eran las de un hombre de bien sino las de un degenerado celoso. “Te la entregamos virgen” le mintieron. Lo supo cuando tuvieron relaciones y ella no quiso explicarlo hasta que una noche que se retrasaron y empezaron a llegarle mensajes de dónde estás mi amor, volvé pronto, te estoy esperando, frases impropias del padre que nunca fue y afines al infame que le había cagado la vida, sintió fuerzas para denunciar.
Cuando el novio lo enfrentó Diaz cometió quizá la peor de sus indignas bajezas, la difamó. “Ella se entregaba a mí” le dijo. Cómo si una nenita de siete años pudiera tomar decisiones como una cuarentona. El tipo que debía guiarla, enseñarle, aconsejarle, cuidarla.
Mañana dictarían sentencia. Si, se ven y se escuchan cosas terribles en las salas de Juicio.