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VIDA ¿Y MUERTE? DEL PREDICADOR JULIÁN MENDOZA

VIDA ¿Y MUERTE? DEL PREDICADOR JULIÁN MENDOZA

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Cristina Graciela Perez, la mamá de Julián Elías Mendoza (27) el chico de Yrigoyen desaparecido en Octubre, tuvo la deferencia y la fortaleza dado su momento de devastación por el hallazgo confirmado vía cotejo dactilar del cuerpo de Julián, de contarnos su historia. Un devenir lleno de signos anticipatorios que pudo advertir pero no modificar. Ella es Jefa del Pami de Embarcación.
Llegó del sur, recién casada, en el 89, por una oportunidad de trabajo para el esposo en el Ingenio. Instalados en Yrigoyen tuvieron tres hijos seguiditos. Carlos (28), Julián (27) y Ana (23). Su marido falleció cuando el más grande tenía diez años. Son todos cristianos, de la Iglesia adventista del séptimo día, una congregación que a mediados del siglo XIX creo el granjero norteamericano William Miller que interpretan a partir del apocalipsis bíblico una segunda venida salvadora de Cristo. Pertenecen a la corriente de los evangelistas conservadores con millones de fieles en el mundo, principalmente en Estados Unidos, y mucho poderío económico.


Todos los hijos migraron a estudiar en la universidad de la Iglesia en Entre Ríos, el más grande hoy está en la Tecnológica terminando ingeniería mecánica, la hija estudia música en la facultad religiosa y Julián cursaba la licenciatura en teología de la que le faltaron dos materias para recibirse de Pastor. Cuenta Cristina que venía muy poco, era un chico reconcentrado y un poco místico, apartado del mundo, con problemas para socializar. Piensa que era autista, o, quizá, afectado por el síndrome de Asperger, otro transtorno neuro biológico del mismo espectro. Se caracteriza por conductas raras o desadaptadas, memoria prodigiosa, apego al detalle, ansiedad y depresión, era un diagnóstico de madre, no clínico. En el 2014 Julián se enfrascó en cien estudios bíblicos, una maratón titánica, que lo dejaron agotado, ya no llamaba, no contestaba los mensajes, vivía para adentro.


Sin embargo el año siguiente se casó con una estudiante de medicina Salvadoreña, del mismo centro de estudios adventista. Toda la familia se juntó en Entre Ríos para la boda. Fue una alegría fugaz. El matrimonio duró un año y medio, la esposa ya había egresado como médica y Julián no la tenía en cuenta, cada vez más ensimismado. Con el fracaso, los síntomas de una posible perturbación psiquiátrica se hicieron más fuertes. Se abandonó, deprimido, ya no vendía libros de la congregación para mantenerse, no se podía concentrar, ido del mundo. En Mayo volvió a Yrigoyen con su madre. Volvió vencido a la casita de sus viejos, como dice el tango.

Cristina lo vió mal, era ese pálpito sin estetoscopio, de madre, notó que su patología (cualquiera fuera) había empeorado. Escuchaba música, se encerraba, ni al Pastor que iba de Orán a verlo, quería recibir, oraba, leía la Biblia y le molestaban los ruidos, eran ruidos normales de los vecinos que a él lo aturdían. Se puso agresivo, irascible, iracundo, “vos me molestás” le dijo un día a Cristina. “¿Por qué no vas vos?” le contestaba cuando ella con todo el amor y la impotencia del mundo le pedía que fueran a ver un médico. Habló con el psiquiatra Mateo, con otros especialistas, todo en vano, la negativa de Julián era terminante.

La mamá tenía miedo que se suicidara, nos lo dijo. El hijo estaba frustrado, deprimido, hermitaño, y, la gota que rebasó el vaso, fue que “escuchara voces”. El 16 de Octubre al volver ya no lo encontró. Le había mandado un wathsapp a la hermana ME ESTOY YENDO DE CASA YA TENGO ALQUILER. La madre desesperada supo que estuvo dos o tres días en el pueblo en casa de sus dos únicos amigos. Luego no supo más. Le hizo llegar un bolso con los documentos algo de ropa y su celular. No se había llevado nada. El 20 denunció.

Lo siguiente fue un calvario y la entendible incredulidad de madre cuando le mostraron el 8 de Noviembre la ropa de un cadáver hallado en las márgenes del río Colorado el 2. Era ropa ordinaria de Bolivia y en eso Joaquín era muy exigente, la compraba en sus viajes a Estados Unidos, la sede de la congregación para la que iba a trabajar de Pastor. Esto no es de mi hijo y menos esos restos deplorables ya hechos cartón de días, con pelo largo y al que le falta un diente. Ese día publicamos que las huellas del NN eran las de Julián. La nota fue una hecatombe familiar. Se vinieron todos. Debía ser una fake new, una noticia mentirosa de las que leen todos los días. Nadie quería creer. Veinte días duró la incertidumbre.

“…Usted tiene autorización para examinar la sepultura, ¿verdad? Cuanto antes, mejor: así entramos de lleno en este horrible misterio. Yo, en lugar de usted, procedería a ello ahora mismo. -¿Ahora mismo? -preguntó, asombrado, el policía-. ¿Y por qué ahora? -Porque esto es ya muy serio -contestó Brown-…”

La honradez de Israel Gow       Gilbert Chesterton

Morgue judicial en cuyo patio se realizó la autopsia del hasta ese momento NN

Este Miércoles 28 se lo confirmaron en Fiscalía. Era oficial. Empero una madre necesita más que eso, amén del ADN que ha pedido. NECESITA SABER QUÉ PASÓ.

Hemorragia digestiva alta y baja, causa de muerte según la autopsia, podría corresponder con la gastritis que padecía Julián. ¿Y el bolso? ¿El celular, la ropa?. Hubiera aceptado que lo hayan encontrado suicidado, se sincera Cristina. Pero no tiene lesiones. ¿Se cayó?. Repetía “QUIERO TENER UN ENCUENTRO PRIVADO CON DIOS”. ¿Se habrá ido a Bolivia para que nadie lo moleste? nos pregunta para encontrar un madero en el naufragio. ¡Ojalá! le contestamos. Ojalá que esté equivocado el mundo, la ciencia y el universo todo y ande buscando a su Dios por algún camino perdido de Chuquisaca o La Paz.

La religión es un bálsamo para la desgracia. “Nosotros creemos que en la segunda venida del Señor van a resucitar los justos, ahí nos vamos a encontrar”.

“El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre…”
1 Tesalonicenses 4:16-17

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