
“-Bueno, regístrenla ahora a ella…”
El registro Baldomero Lillo
La juzgaron entre abril y mayo del año pasado. Es una chica del Malvinas le vamos a llamar Milagros. Tiene treinta y dos años y cuatro hijos. A más de una persistencia temeraria con la droga negocio que la ha arrumbado en la cárcel demasiado tiempo. Igual insiste con el paco. Una actitud masoquista. Como si le gustara sufrir.
Se sacó la grande hace un año de una condena a tres en suspenso. La preventiva la cumplió con domiciliaria. Las lengudas del barrio dijeron que andaba drogándose por todos lados y lo peor que sus hijitos deambulaban abandonados.
En marzo de este año los de Drogas le cayeron de nuevo. Tenía veintiocho pipas armadas de pasta base y todos los elementos para acondicionar el tóxico. Otra vez presa.
En una audiencia celebrada el miércoles decidió el Juez Oyarzú encaminar su segundo juicio como expendedora ya sin el beneficio de la domiciliaria. El asesor de menores estuvo de acuerdo. Sus hijos están mejor cuidados con sus tías. Y las prefieren.
Ella, para colmo de males, podría estar embarazada.
Un desastre su empecinamiento.
