“Gozaba maliciosamente, al descubrir las abyectas miradas de dolor que le ofrecía el prójimo, le encantaba sobre todo que le rogasen, le imploraran con vehemencia piedad, le entregaran las pertenencias naturalmente, sin el menor sesgo de protesta o mera queja, como si se tratara, apenas, de lo que en realidad era, una deuda social…”
La calle de los caballos muertos Jorge Asis
El único pesticida que tenemos para combatir la plaga de motochorros es la Policía. Lo otro sería que los changos en vez de drogarse contra la pobreza y el aburrimiento intentaran caminos menos perniciosos, ponele estudiar o trabajar, para salir adelante. Si alguna vez se da, falta mucho. Una tercera opción es el boomerang de la Justicia por mano propia que, no solo se paga muy cara, sino que nos transforma de victimas a victimarios, en asociales iguales a los chorros.
El Lunes14 de Enero, Carmen, una mujer de 35 años de Aeroparque, vio a los motochorros de cuchillo que le habían robado su Samsung J7 en la esquina crítica de piperos y fuleros de la Bustamante y Constituyentes al costado de la moto que habían usado. Lo más panchos. Haciendo nada, que es la actividad primordial de los piperos, salvo cuando roban para comprar droga, destinada a seguir haciendo niaca. En la motorizada del 911 describió al de remera clara y al de negra con rayas blancas. Apúrense.
Los policías motorizados salieron con refuerzos sabiendo que un procedimiento en esa zona trae puesto cuando menos que te caiga encima una lluvia de cascotes. Fue más jodido todavía. El “Gilita” Enzo Gabriel Armoa (21) sacó un cuchillo y le tajeó la pierna al agente que pretendía detenerlo, estaba con el “Motito” Raúl Mauricio Corro (24), su socio en el robo. Con esfuerzo lograban reducirlos.
Secuestraban el arma de filo y la Keller 110 negra que usaban para sus rondas criminales. Recuperaban el Samsung J7 de la mujer. El efectivo era curado de un corte de tres centímetros en el muslo izquierdo. Más profundo y no contaba el cuento. Es una peste muy agresiva la que enfrentamos.
