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MOTOCHORRO APROVECHA DESCONSUELO DE POLICÍA ABANDONADO POR LA MUJER Y LE AFANA EL CELULAR

MOTOCHORRO APROVECHA DESCONSUELO DE POLICÍA ABANDONADO POR LA MUJER Y LE AFANA EL CELULAR

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“Miró hacia arriba, con una mirada circular que quería abarcar el universo entero. El mundo permanecía remoto, lejano, indiferente…”
La identidad    Elena Poniatowska

En un viejo libro de semántica que perdura amarillento en los anaqueles de la biblioteca de la casa de la cultura subrayamos la afirmación “los policías son también seres humanos”, enunciado confuso, si una conjunción comparativa o un tropo retórico, que tiene gran actualidad en una época que los perros son seres humanos y las plantas hacen alarde de una racionalidad que ya nos gustaría a muchos. Esa expansión de lo humano a todos los seres del mundo más vale prueba la humanidad de los planteles policiales.
Si es que hiciera falta podríamos presentar la historia de un efectivo de Orán como sustento de verdad. Resulta ser que este hombre ya con una carrera considerable y un rango superior fue dejado por la señora esposa o si se quiere abandonado, descartado, invalidado, ornamentado y arrojado de la noche a la mañana al tacho de los malos recuerdos, ajustada la tapa, lacrada y que te vaya bien. No fue el primero ni será el último.
Su reacción despeja dudas acerca de su especie.
Se tiró a lloriquear en los rincones con una depresión similar a la de un sapo pisado por un camión pero un poco más fuerte. Era humano, un despojo humano que patrullaba con la cabeza puesta en el amor perdido y en el hijo de puta que le habían dicho se la estaba pisando, que luego supo que no era uno sino seis, lo que terminó de sumirlo a la condición de piltrafa que mejor me pego un tiro y chau ingrata, ojalá te duela.


Terminado su turno y enfermo de tristeza se sentó en la fuente de la entrada del hospital serían las ocho de la noche. Era un fantasma que wasapeaba súplicas cuando de pronto le sonó el celular pedorro de la repartición que tenía en el bolsillo. Dejó por reflejo el suyo sobre el asiento y así como lo dejó un motochorro se lo arrebató de un manotón aprovechando su catalepsia amorosa de policía acongojado. Lo persiguió sin ganas, iba con otro, hasta la entrada de San Expedito. Era demasiado. Mal rayo me parta.
Siendo Policía se portó como todo un hombre. Teoría confirmada. Fuerza macho.

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