“El periódico fue hallado entre sus dedos tremendamente contraído…”
El crimen casi perfecto Roberto Arlt
Si todo asesinato tiene un móvil, un motivo, el del “Menor” Francisco Facundo Mendez de 14 años ocurrido de siete puñaladas en el tórax la madrugada de la navidad del 2017 frente al barrio municipal de la Colonia, no lo tiene.
No era un chico peleador, no llevaba dinero. Era demasiado joven para deudas o pasiones desmedidas. Esos siete tajos con saña, uno de ellos en el ventrículo izquierdo del corazón, son absurdos, inexplicables.
Su mamá María Esperanza Vera cumplía los 52 años ese día y tuvo que verlo llegar, desplomarse en el portón, tuvo que levantarlo, sacarle el chupetín para hacerle respiración boca a boca desesperada embarrada empapada con la sangre del hijito que se le escurría entre los brazos sin poder deletrear una sola palabra, desinflado, agónico, inerme. “El mundo se me vino abajo” contó hoy en el Juicio que luego de un sinfín de dilaciones comenzó en la Sala I con dos acusados el “Loli” Rodrigo Isaías Mendez de 20 años con antecedentes de robo y el “Ticón” Fernando Gabriel Cuello (18) menor al momento del crimen, sin antecedentes.
Facu era el menor de seis hermanos. Su papá Vicente Mendez (58) tiene cuatro hijos de un primer matrimonio y seis con María. Ahora, dice con pesar, cinco. “Era deportista, jugaba al fútbol, tiene muchas medallas” recuerda. Después del crimen María Esperanza fue casa por casa puerta por puerta por todo el Municipal, por el Milagro, por el Nueva Esperanza preguntando si alguien había visto algo. Todos le dijeron que no.
La acusación contra el dúo es tan oscura como el móvil del crimen. Tan oscura que se basa en una testigo de identidad reservada (con una tira negra tapándole la cara) que declaró ante una cámara que ellos lo mataron, que los vió corriendo detrás de la victima herida con un cuchillo. Los acusados juran inocencia. Fueron vistos en una moto por la zona. Su familia tiene también una testigo que recién se animó a hablar esta semana. No la aceptaron en el Juicio pero nos pidieron que la escucháramos.
Es Daiana Flores (18) del Milagro que dice haber visto por el lado del puente (escenario del crimen) como el Menor era correteado por su amigo Manolo (declaró como testigo en la fecha) que llevaba puesta una camiseta de Boca y en la mano blandía un cuchillo, luego se metieron por la cancha en la oscuridad. Su testimonio aclara y oscurece al mismo tiempo. Puede ser una estrategia de última hora de los homicidas. No lo sabemos. Le dijimos si podíamos sacarle una foto y dijo que sí.
Todas son sombras y nada más en el expediente, siluetas en la noche, un grito, una moto que arranca, uno que corre. Es la síntesis de los testimonios de la primera jornada de Juicio. El Viernes, en los papeles, se va a dictar sentencia.
María Esperanza quiere justicia. No conoce a los acusados ni a sus familias. Cuenta que cuando el Facu se le moría contra el cuerpo pasó una moto con uno con camiseta de Boca que ella piensa fue a mirar si lo habían matado o no y ella le gritó desde lo más profundo de su dolor de madre ¡qué mirás hijo de puta!. No tiene sentido, no tiene nombre la muerte de su menor.