Si hay una nación perseguida en la historia del mundo, sin contar a los judíos, es la de los gitanos. Viven con el estigma puesto de la sospecha desde hace siglos. Tienen imagen social negativa y se cierne sobre ellos toda una mitología criminal que empieza desde el nombre. Por ejemplo Gypsy en Inglés es derivación de gyp que significa ESTAFA. Con el alemán la cosa no les va mejor. Zigeuner, la palabra con que los designan, se traduce LADRÓN ITINERANTE. Los miedos contra este grupo se repiten y ese es el argumento con que han sido expulsados, esclavizados o exterminados en tantos países, que roban chicos, que practican magias paganas, que te echan el mal de ojo y que con las cartas no te das cuenta y te pelan en un santiamén. No siempre esos prejuicios se comprueban pero los llevan calzados como un corset. Para tener una perspectiva histórica de los terrores que suscitan los gitanos desde su aparición podemos irnos imaginariamente a la Inglaterra del siglo XVII en un fragmento del libro maravilloso “El hombre que ríe” del Francés Victor Hugo: “de ahí, en todo el territorio inglés, una verdadera -ley de los sospechosos- aplicada a los vagabundos, malechores voluntarios, digámoslo, y particularmente a los gitanos, la expulsión de los cuales ha sido comparada sin razón con la expulsión de los judíos y de los moros de España, y de los protestantes de Francia. Por lo que a nosotros respecta, no confundimos una batida con una persecución. Los comprachicos, insistimos en ello, nada tenían en común con los gitanos. Los gitanos eran una nación; los comprachicos eran un compuesto de todas las naciones, un residuo, como hemos dicho: un enorme barreño de aguas inmundas…”

Un episodio anclado en ese temor histórico fue promocionado como noticia en Embarcación. El 21. Un hombre de apellido Sarmiento dijo que una chata con cuatro gitanos (a simple vista se los conoce gitanos) pasó varias veces por la casa y luego en un episodio más bien confuso pensó que le querían robar a un hijo y al agredirlos le contestaron mostrándole un arma. A la mañana y a la vista de todo el mundo. Luego se fueron. Los civiles de la Colonia, enterados del asunto y avisados por el afectado de la supuesta tentativa de rapto o de secuestro de su niño, que podían estar en el campamento gitano de esa localidad, actuaron. Los individualizaron, les secuestraron una Toyota champagne y mandaron a la Comisaría 43 en carácter de sospechosos habrá que ver de qué delito a los Tucumanos Oscar Juan (54). Felipe Juan (35), Daniel Juan (29) y Dico Juan (19), imaginamos, todos parientes. Se les requisó unos treinta mil pesos en efectivo. Del fierro, sin novedad.