No hay que confundir “debilidad moral” con debilidad sexual. La primera parece ser un tipo de falta en la conducta de los Policías por la que pueden ser sancionados, y, llegado el caso, rajados. La frase es tan ambigua en su significado que se puede aplicar a cualquier cosa. Si la moral son los valores tradicionales, los que vienen con las costumbres, ser un forzudo moral sería respetarlos a rajatabla y ser un débil moral no hacerlo. El problema es que esos valores día a día se modifican si es que todavía con el mundo globalizado y la mescolanza cultural exista la añeja mores de los griegos. Hasta hace poco que te acostaras con uno de tu mismo sexo era inmoral, hoy a nadie se le ocurriría reprocharte así tengas amores con una cacatúa renga. Lo de “débil es la carne” se comprende mejor pero nos viene puesto genéticamente y es el fundamento de los millones que habitamos el mundo. Ser débiles sexualmente es lo que nos hace fuertes. No te van a sancionar por eso. A no ser que tu apetito pisador altere tus deberes laborales o cause un perjuicio a otros. Una cosa es tener intimidad reproductiva con una dama y otra es una orgía. Una orgía te debilita, salís hecho mierda, agotado ¿será esa la debilidad moral?. Este confuso introito (ninguna palabra mejor para el tema abordado) acaba (ninguna palabra mejor para el tema abordado) con la vida licenciosa de una funcionaria policial que terminó mandando al bombo a dos de sus amantes, a saber, camaradas de rango, que intentando ayudarla cayeron en “debilidad moral” por no decir en desgracia y no serán los primeros ni los últimos llorando en los rincones por amor.

“Éramos hermosos así, buscandonos. Teníamos hambre uno del otro. De frente levantandote una pierna contra la pared, en cuatro en el sillón, volteando los adornos de la mesa, vos arriba mío de pronto arqueada como si te estuviera por abducir una nave extraterrestre…”

La uruguaya         Pedro Mairal

La cosa tenía antecedentes, la susodicha es la agente que las cámaras buchonas del Tabacal filmaron fifando de parado con un colega azulino. En su momento lo publicamos. Aquella vez la trasladaron al Chaco. Ahora, convertida en MataHari y tenida por organizadora de orgías a la salida del trabajo, la denunció una suboficial por estar borracha en un puesto de guardia. El informe llegó a los oficiales a cargo cuyo procedimiento fue una tapadera para la mujer con la que compartían el lecho secretamente. Tanta fama se había ganado que se decía que también era polla del ministro. Un complot de novios de vista gorda la iba a salvar. “Ésta hace todo con el cuerpo” rumiaban sus detractores. La hicieron denunciar a su denunciante por calumnias e injurias.

No anduvo la trama.

Fue suspendida, ella por su beodez irresponsable, ellos, sus novios, oficiales en la fuerza pero no oficiales en su cama, por “debilidad moral”. Quedaron sujetos a una investigación administrativa, sin arma y sin sueldo por un mes. Débil es la carne. Y cara.