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ONCE PRESOS AL BANQUILLO POR VIOLAR A OTROS PRESOS

ONCE PRESOS AL BANQUILLO POR VIOLAR A OTROS PRESOS

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“Era la rata del mal
si se mordía a un dead man
lo transformaba en carroña
y no había cocaína
ni alcohol ni benzodiapinas
que reventara a esa roña…”
La Virgen Cabeza     Gabriela Cabezón Cámara

Chicos descarriados, violentos, obligados por sus propias culpas a permanecer encerrados en cuartuchos con rejas, impedidos de correr, de saltar, de trepar, de nadar, de estirar sus músculos jóvenes y sus patas de ladrones de techos, o su velocismo de arrebatadores de cartera o su terrorismo de cuchillo o, simplemente, su pachorra de hacer huevo a voluntad hasta que el hambre o el síndrome de abstinencia los despierte. Con las endorfinas burbujeando en sus sueños de mujercitas de almanaque de taller mecánico pegadas en las paredes de enchastre regadas de semen desperdiciado en la fiebre de infinitas noches iguales.


Claustros de muertos en el pináculo de la juventud son las cárceles.
De olores nauseabundos en baños de agujero trancado por la miseria de evacuar frente a desconocidos que se abanican la nariz con la mano y te putean por lo que comiste. Bajo un régimen externo de horarios y fajina y un otro riguroso interno de los que se hacen fuertes en la tumba. La mafia de pesados que para despuntar el vicio te sacan la ropa, los cigarros o la comida que te trae tu familia. Sometido a la leyes de los poderosos, como afuera, pero reproducidas en el sucucho, de ojo por ojo. Esa justicia runflera de saber lo que siente en carne propia para los odiados guasos, los violadores, obligados a pagar con el trasero roto antes de ser declarados culpables o inocentes por un Juez. Menos una ética que una excusa conveniente para sacarse la leche.

El 26 de Mayo del año pasado en la Comisaría 22 de Yrigoyen los presos se pusieron locos. Había una erupción de caca en un baño. Colgados de las rejas golpeaban con los jarros enloquecidos. Los sacaron con la Infantería. Casi todos eran de Pichanal, dos de ellos pidieron hablar con el oficial a cargo, se habían cansado de los maltratos y los abusos de los de la celda de San La Muerte que, contó el primero, consistían en obligarlo a chuparles el pene de noche a los seis en el baño pegándole con palos de haragán, a más de, con una faca y tapándole la boca, accederlo por los lugares indiscretos de la excreta, amén de, en algunas ocasiones, ponerle una soga al cuello para que hiciera de perro y pudieran pasearlo un rato, todo bajo la amenaza de matarlo pero no sin antes introducirle por la cola toda una ferretería completa para que masticara lo que es sufrir en su viaje al más allá. A la segunda victima no lo habían podido acceder (la cosa había empezado con los dos en Marzo) pero sí lo hacían succionar penes dentro de un concierto de vejaciones. A él lo amenazaban que si hablaba iban a matar a toda su familia dándole datos de sus domicilios.

Los denunciantes estaban por abuso sexual, uno de 22 años de barrio Paraíso y el otro de 43 de los asentamientos Francini. Revisados por el CIF el primero tenía una fisura anal a horas doce.
Los señalados eran de la misma localidad, todos. Ladrones, algunos reincidentes. Dos de ellos cabecillas y kilomberos. El Jose Abraham Chauri (28) de El Progreso y el “Abuelo” Cristian Carlos Fazola (21) con dos condenas por robo y robo agravado por uso de arma unificadas en ocho años y un mes de cárcel.

Chauri
Rojas y Fazola, cinco años atrás, unos nenes que iban por el mal camino

Compañeros en la Causa que llegó a Juicio con el número 56572/18 el pasado 9 de Octubre en la Sala I, eran los hermanos Colodro, Javier Maximiliano (28) y Cristian David (22), del tercer loteo de la Misión, Gastón Alexis Quintana (24) del El Triángulo e Isaac Enrique Rojas (20), del Progreso como Chauri. Los juzgan por abuso sexual con acceso carnal agravado por la participación de más de dos personas en un número indeterminado de veces con la modalidad de delito continuado (dos hechos). Un chorizo la carátula. Los psicológicos no los ayudan. Hablan de potencial riesgo agresivo, de personalidades psicopáticas, de rasgos de personalidad limítrofe y de asociales. Todos se han declarado inocentes. Que no les hicieron nada a los hombres y que les gustan las mujeres. Las victimas en la primera audiencia ratificaron todo. Los habían convertido por la fuerza en sirvientas, en cenicientas de pelo en pecho, que debían limpiarles la celda y lavarles la ropa. Uno pensó en suicidarse por el martirio.


Casi paralelo con el debate se elevaba a Juicio otra causa de violación en celdas policiales (Comisaría 20) denunciada el Sábado 25 de Agosto y que tiene cinco presos imputados. Aquel día nos mandaron un mensaje. Un detenido. Equivocaba el nombre de la victima pero no el hecho.

La Fiscal Viazzi informaba que fue violado en reiteradas oportunidades por cinco colegas de infortunio, inmovilizado contra la pared, un chango entrado el 2 de Agosto por lesiones agravadas por violencia de género.

Los que van al banquillo son Leonardo Figueroa (22) de Estación con causa de robo agravado por participar un menor, Jonathan Amaya (23) con una por robo, Enrique Torres (23) con robo calificado, igual que Gonzalo Romero (26), cerrando la cuenta Carlos “Jetón” Toledo (41) con lesiones y amenazas. Han sumado un abuso sexual con acceso carnal calificado.

Violencia física, violencia psíquica y sexual en el mundo rabioso de los chicos malos encarcelados.

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