“El aire propagaba el ronroneo del motor…”
Miriam Truman Capote
En los vericuetos del motor de un vehículo, en sus cajas y engranajes recónditos, en esa mini usina de metales muchos narcos han visto históricamente una manera de burlar la prohibición. En un sacar y poner debajo de una insospechable tapa puede viajar la droga.
El domingo a la tarde en el kilómetro 24 de la ruta 50 los gendarmes pararon un volkswagen que al mismo tiempo le detectaban una “cosa rara” en el motor el chofer abandonaba la escena a paso batiente hasta perderse en el monte. El perro antinarcóticos se plantó frente al motor como un perro de caza al oler la liebre. Cargaba once kilos de cocaína.
En las Lajitas controlado otro auto notaban que las abrazaderas del tanque de nafta no eran las originales. Dentro iban embolsaditos ocho kilos seiscientos gramos de la sustancia pulverulenta cuyo tráfico se reprime. El conductor, de nuestra zona obvio, no pudo huir.