El Caripollo es más nombrado en la Colonia que Martín Miguel de Guemes en la gobernación de Salta en 1815. Sus andanzas desde menorcito le hicieron una de esas malas famas míticas que ya no se distingue bien lo cierto y lo falso porque vive con la acusación puesta aún antes que se produzca un robo. Que el ladrón sea el Caripollo convence a todos. Es creíble. Las ha hecho todas.
“Se muy bien lo que dice de mi la gente, pues no se me oculta la mala fama que tengo, aún entre los más necios…”
Elogio de la locura            Erasmo

Recordamos hace varios años entró a robar a una academia de computación y el dueño andaba como loco con el dato indudable y el apodo inconcebible de un chango con trucha de ave. Nunca lo encontró. Después era el que les había robado las pistolas de las casas de unos gendarmes en barrio parque Los Pinos y sería hartante repasar todos los casos que publicamos en la revista papel donde se lo involucraba. Cantidad. Fue sumando hasta Julio de este año que se robaron unos 300.000 pesos en productos de una agroquímica y otra vez era Jose Luis Vargas (23) el Caripollo del Jesuitas o del Nueva Esperanza. Quedó prófugo en la AP 478/18 con la sospecha de un nuevo robo calificado. Se habían metido por los techos rompiendo unas ventanas. Con otros dos. El botín se recuperó. Vargas alzó vuelo. Será de un linaje anterior al de los pollos domésticos que no vuelan.

Ahora el 1 de Octubre lo pillaron. Tiene su lugar en la galería de enemigos públicos del pueblo y es de presumir, varias causas en las que prestar declaración como imputado. Sus compinches de andanzas ya están en la cárcel. El Ñoño o el wincho, por abuso sexual y homicidio, faltaba el Caripollo o, como vimos lo anotan en los informes policiales, el Caraipoyo.