“Tomaba y se daba tanto que en los últimos tiempos se le trababa la lengua y de vida íntima ni hablar, un desastre…”
Sueños de perro          Kike Ferrari
El efecto que la droga puede causar en individuos conflictuados es devastador. El tema fue central en las cuatro sesiones de un Juicio celebrado durante abril y mayo en Sala I.

Un hombre de Yrigoyen, de 27 años, jornalero, apodado “Pollo”, venía preso desde que el 26 de noviembre del 2020 tuvo un arranque criminal de celos y golpeó a su mujer. Llevaban un año de casados con trámite de divorcio en marcha.

A la madrugada viajó a Pichanal, donde ella vivía, se metió en la casa y la atacó en la cama. Violaba una orden judicial de exclusión de hogar. Un coctel de alcohol, clonazepam y marihuana lo tenían desquiciado.

“Estaba muy drogado” dijo la victima. Dijo, además, que portaba dos cuchillos y que con uno intentó acabarla. La conducta del marido se tipificó tentativa de femicidio. Su furia le provocó una contusión sangrante en la nariz.

“Sin las adicciones él no sería capaz de hacer lo que hizo” repitió.

El terapeuta que lo trató aseguró que no era violento por naturaleza, que la droga lo perdía.

Pollo fue defendido por los abogados Roberto Ortega y Juan Manuel Pizarro. La voluntad de matar era imposible si por el grado de intoxicación no tenía conciencia de lo que hacía.

Recuperó la libertad. Le dieron tres años de prisión condicional por lesiones agravadas, desobediencia judicial y amenazas. Diez menos que los trece efectivos que pidió la fiscalía.