El negocio de la droga libre hizo a tantos miserables y convictos millonarios que todos estamos tentados. Antes caían narcos ahora cae cualquiera. Remiseros, bagayeros, políticos en turno, jornaleros, garcas, desocupados, albañiles, turistas, policías, gendarmes y no te llame la atención una abuelita que llevo este paquetito para los nietos no me va a estar revisando oficial. Algunos de los entusiastas son tipos que han laburado toda la vida sin poder juntar una moneda ni conocer más mar que el canal grande del Ingenio jugados a sacarse selfies en Río de Janeiro como sus vecinos que hace dos años tenían piso de tierra y ahora una mansión con piscina y vacaciones sin que sepa nadie qué Bingo ganaron. Los hay advertidos de su papel y los hay que cobran por llevar bultos cuyo contenido ignoran y aparte no les parece de su incumbencia. A la par en la fauna fronteriza cunden los cuentapropistas que invierten en un par de kilitos. Es a suerte o verdad. La gloria o la ruina. Millonario o presidiario. O, eventualmente muerto, si te metes a mejicano con perdón de nuestros amigos Los mariachis de Orán.
Hay una explosión de titulares todos los días. Que el Chapo argentino, que el Patrón del mal vernáculo, que el Toño, que el Farfán, zares de la droga capturados, que espectaculares persecuciones, que trabajosas investigaciones, que camellos, que capsuleros, que bocas de expendio con faja de clausura, que bandas de narcopistoleros desactivadas, que celulares intervenidos, toda publicidad estatal agrupada en el rubro “golpes al narcotráfico” lo que traducido al lenguaje de la guerra a la droga sería “les dimos un susto bárbaro”. Turistas del Valle del Zenta con regalitos ocultos caen en Santiago, en Tucumán, en Salta, en el Chaco, en Corrientes truncando sus sueños de millonarios o entregados como prenda de paz y amistad por financistas millonarios.
Para fines de Enero resbalaron en la Terminal de Salta dos vecinos con más un kilo de cocaína en cápsulas que evacuaron de sus estómagos. Los hizo sospechosos el olor a cloaca de sus mochilas ni que fueran traficantes de estiércol. Eran el “Pájaro” Cristian Martinez (27) conocido vendedor de marihuana de Caballito que reciclaba producto y el Rodrigo Ponce (25) detenido en el 2014 luego de un raid motochorro en Yrigoyen también con pasto. O sea eran gente del ramo.
El 17 de Febrero la Policía federal persiguió un Renault 21 por la 50 y cerca de Yrigoyen se encerró solo en la ruta vieja. Llevaba en el baúl dos mochilas con catorce coloridos panes de rancia cocaína con un peso de 21,075 kilos. Detuvieron a dos de tres, uno piró. Eran Hugo Celso Condorí (35) de Pichanal y Juan Ramón Murillo (25) de Orán. Desconocidos en el oficio. Munidos de un infaltable cartelito de publicidad como los que ponen detrás de los jugadores en las entrevistas al final de los partidos los funcionarios mostraron su botín de guerra.
Ya en el microtráfico un día antes que cerrara Febrero capturaban al “Peludo” Juan Algañaraz (62) con unos cuantos pacos listos para la venta y una bochita de marihuana, amén de todo el instrumental de fraccionamiento. Es el tío del Pájaro Martinez, el de Salta, y ya tenía caídas por lo mismo.
El hombre vende locro a la vuelta de su casa en los puestos de la Esquiú entre Sarmiento y 9 de Julio. Se ve que no le alcanzaba. La calle está dura. ¿Se ganará más con un caramelo de base que con un plato de locro pulsudo?.
