HISTORIA DUDOSA QUE PRENDIÓ MÁS QUE LA DEL FAMILIAR

“Y aunque intenten separarnos no podrán, lo juro
por ti lo doy todo hasta la vida si la quieres…”
No podrán separarnos       (vallenato colombiano)
Jorge Celedón

A los mitos les cuesta años, generaciones enteras, instalarse en una comunidad. En cambio el chusmerío prende ahí nomas, como madera seca, y se acomoda entre la gente. Un ejemplo de los últimos meses es la historia que todos cuentan de boca en boca, referida unos amantes clandestinos que quedaron encastrados en medio de una relación sexual contra natura. De tal modo que tuvieron que ser llevados en ambulancia para, antiespasmódicos mediante, poderlos desenganchar.

El fantástico chisme, del cual hemos oído infinidad de versiones, parece haber nacido en los secretos de patio de una Institución educativa Céntrica bajo el énfasis irresistible de “¿Sabés lo que le pasó a fulana?!!”. Para darle más color y maledicencia nombraban a una maestra y a un agricultor casado. Después el imaginario popular lo hizo una orgía, donde un tercer hombre, también conocido y con mujer legal, participaba del relajo.

El asunto despertó toda una perorata de tono pretendidamente científico acerca de si esa instancia sexual, común en los perros, era posible o no en seres humanos. Los muchachos que saben, que nunca dejan de aparecer cuando los rumores, argumentaban que a mi me explicó un médico que esto es un fenómeno nuevo surgido del Viagra que provoca una erecciones incontrolables. Otros sabiondos discurrían en que hay unas pomadas afrodisíacas que inflaman el glande como un globo y entonces resulta imposible desconectarlo. No faltaban los que hablaban de “succión” como ha sucedido en homosexuales que intentaron darse placer con botellas.

Como los mitos los chismes tienen algo de realidad. Algo que les dio origen. Lo que encontramos en este caso, que habría ocurrido unos tres meses atrás en hoteles que varían según el relator, es la descompostura de un hombre en una pieza al que se le suministraron corticoides no se sabe si a través de un médico amigo que se llegó, si desde una ambulancia de clínica u hospital que se metió al albergue ululando la sirena o en un consultorio trasladado de urgencia. En la historia que se cuenta hoy el detalle del traslado no tiene desperdicio. Hombre y mujer doloridos, tapados por una sábana, ante la mirada pícara de los enfermeros. Seguramente no es cierto pero es muy bueno, por eso sigue circulando con tanta aceptación. No sería raro que dentro de muchos años se hable del “Familiar”, del “Ucumar”, de la “Novia” y de los “Abotonaos”.

Publicada edición 200 de Fuera de la ley Julio 2006