“Quiero garantías, dijo Raúl. Tendrás todas las garantías, prometió el negociador. ¿Y ahora?, preguntó Raúl. Ahora hacés lo que te dijo el negociador: salís con las manos en la cabeza…”
La huella del crimen Vicente Battista
En su adolescencia de cárcel se tatuó la lágrima debajo del ojo, se hizo la cruz en la frente, marcas de su destino irrebatible de delincuente nato con un record de tres homicidios antes de los 18. El “Berto” Raúl Herrera del 20 de Junio de la Colonia salió hace un tiempo con 23 años de los 6 a que lo condenaron, beneficiado por el régimen de la minoridad. Gozaba de la libertad asistida, de la desconfianza de la Policía, de una mala fama con asidero y de la posibilidad remota de rescatarse.
En Mayo cayó preso con su hermano Kevin (18) porque se le metieron en barra a la casa de un abuelo y lo lesionaron con piedras. Al menor lo encausaron por lesiones y violación de domicilio. El dúo fraterno volvería a hacer de las suyas el 29 de Junio asaltando a una chica con revólver. Era la Causa 58956/18 en la que quedó detenido, nuevamente, Kevin. Por ese asalto Garantías 2 libró un oficio de detención contra Berto por los delitos de robo calificado por uso de arma de fuego, amenazas y daños. La Policía local tenía el dato que estaba escondido en Yuto. El Miércoles 24 supieron por sus orejeros que había vuelto y rodearon una manzana completa de barrio Manero para capturarlo. No se resistió. Sin novedad, anotaron en el arresto. En el lenguaje del hampa la lágrima tatuada en el ojo tiene múltiples interpretaciones, una de ellas es que cada gota representa un tipo que has matado, al Berto le faltan dos.
El mismo día buscando evidencia en la causa del “Caraipollo”, otro precoz y famoso ladrón, los civiles tuvieron que recular, rodeados esta vez ellos, por una turba de gente con piedras que se enardeció por el rigor aplicado a un menor que supuestamente sabía de una garrafa robada o de un aire comprimido. De una casa tenida por abandonada salió un hombre con machete que atacó e hirió a dos efectivos que fueron derivados a Orán con lesiones cortantes. Usaron la Itaka para salvar el pellejo, informaron. De Fiscalía se ordenó la detención del machetero que, imaginamos, algún balín de goma habrá ligado.
Octubre no se iba a ir plácidamente. Hoy, 31 , detenían al Reynaldo “Roli” Reimundo Sotelo (18), hermano del encumbrado “Pichi Costas” que se hizo famoso con las fechorías de su banda del Palmeras, completando una tríada con resonancias en el mundo delictivo local. El “Oreja” Sotelo, otro hermano del Pichi Costas, asesinó hace unos años, de un tiro en la cabeza, a un trabajador que volvía de changuear en el puente de ingreso al barrio. En síntesis: una prosapia de temer.
El tal Roli junto a siete compinches asaltó esta manaña al remisero Asunción Gutierrez (58) cuando salía a trabajar del Municipal munidos todos con armas de fuego y de filo. Imaginate que te corte el paso una patota de zombies dispuestos a despellejarte vivo por cincuenta pesos. El chofer les dio los mil que tenía y su celular Samsung J1. Temiendo que los ladrones terminaran su tarea con un “¡nos viste! lamentablemente te vamos a tener que matar” hizo una marcha atrás repentina y chocó contra un camión, desarmando su auto. El estruendo provocó una estampida.
Era todos caneros del pillaje y la droga. La Policía local los identificaba en un santiamén. En lo del Victor “Ojo quemao” Merele (19) secuestraban un revólver 22 con el tambor completo.
Recuperaban el celular robado. Los otros caían en fila india. Daniel Aldapi (25), el “Coti” Alexis Arias (23), el “Miliqui” Facundo Arce (18) y dos de 17. Los acusan de robo triplemente calificado, por arma, en poblado y banda, y por participar menores de edad. Un rifle se agregaba al material probatorio de la AP 816/18. ¿Dónde van a meter a este nuevo lote de detenidos siendo que ya no cabe una mosca en las cárceles policiales?. No sabemos. Pero bien presos están.
El violento ataque nos hizo acordar al que sufriera el remisero Marcos Alfredo Vides (54) en Junio del 2011 saliendo, igual que Gutierrez del barrio Municipal, amaneciendo, aquella vez a pie a buscar su remis para trabajar y una horda de drogados lo apuñalaron para robarle. También menores y mayores vagos y drogadictos de hábitos nocturnos. Vides murió. Era un hombre muy querido. A siete años su colega tuvo más suerte.
