Te la tenías bien guardadita Rigoberto Claudio Esteban Olberto. El hombre de 32 años se la tira de rey de la noche. Trabaja en un boliche nocturno. Se postea unas selfies abrazado con dos chinitas al mismo tiempo con la mano derecha sobre la teta derecha de la de ese lado y la mano izquierda sobre la teta izquierda de la del otro. Te vas a asombrar cuando en la intimidad veas lo que tengo para ofrecerte, avisa al voleo. ¿Un juego de ollas Essen? arriesga una interesada. ¿Un perfume?. No, no, hablamos de mis atributos de hombre ¿entendés?, eso que en la naturaleza define a “un macho” ¿te suena?.
Rigoberto no era del todo lo que parecía ser.
“Pero yo sé que metido vivís penando un querer,
que querés hallar olvido cambiando tanta mujer…
Yo sé que en las madrugadas,cuando las farras dejás,
sentís tu pecho oprimido por un recuerdo querido
y te ponés a llorar…”
Su novio secreto era un gay, que no sabemos si cumplía rol activo, pasivo o era ambidiestro. Olberto se guardaba que se la guardaban por no decir que se la perdían a contrapelo y media barba. No era poco hombre por eso. Lo fue cuando el segundo fin de semana de Septiembre su novio lo denunció luego que lo amenazara y lo golpeara. Está preso. Ni cumbia, ni luces, ni cerveza y mucho menos hacerse el macho porque los muchachos de los calabozos vienen con un afrecho de marineros dando la vuelta oceánica y enseguida se reviran, te plantan boca abajo y hacen con tu culo un aro de básquet para embocar tiros libres a 4,60 metros. Ha pasado estos días.
Lo de Rigoberto nos lo chusmearon como el primer caso de violencia de género gay. Depende como se mire. No es el primero contra travestis, trans, a los que por el hecho de sentirse mujeres dentro de un cuerpo masculino, se los suele despreciar, aunque la verdadera razón de esos ataques de odio sea la rabia al darse cuenta el “macho” que es tan pirucha como su pareja. Se asombran del novio apaleado del playboy Olberto. Un señor muy conocido, divorciado, dicen.
“Pensar que ese brillo que facil ostentas
no sabe la gente que es puro disfraz.
Tu orgullo de necio muy bien los engaña
No quieres que nadie lo sepa jamás…”
Pero yo sé Azucena Maizani
En la inextricable gama de sexualidades de la posmodernidad tendrá la Justicia que ponerle carátula a su delito, quizá la muy ilustrada Fiscalía de violencia de género, si es que no es una simple pelea de hombres, solo que uno es un hombre que se siente hombre y el otro es un hombre que se siente mujer o que actúa de mujer o que ejerce de mujer siendo genitalmente hombre y el hombre que se siente hombre teniendo relaciones con otro hombre que se siente mujer si bien no ejerce de mujer por relacionarse con una mujer que es en realidad un hombre lo deja al borde del putismo femenino cuando no del lesbianismo masculino. Es un kilombo.
La tenés adentro Rigoberto Claudio Esteban Olberto.
Obvio resulta aclarar que el protagonista real no se llama Rigoberto Claudio Esteban Olberto, se llama…