“En una ocasión oí, a través de una puerta, que mi padre hablaba y decía algo de un lunático escapado, pero yo no supe qué quería decir esa palabra; se me ocurrió que hablaba de algún animal, alguna clase de perro, tal vez…”
Si muriera antes de despertar      William Irish

Al publicar Yanet en el Facebook su impotencia y miedo por un convicto trastornado que vive a media cuadra y la tiene aterrorizada al punto de haber cerrado su local de ropa y hecho construir una cortina de metal en la puerta, supimos por las fotos y videos que era el loco Luna, un tipo que, sea inducido por el alcohol y las drogas, sea por un trastorno bipolar, sea por la tensión de una vida de violencia y cárcel, se comporta como un psicótico.

Lo conocimos cuando lo juzgaron en Septiembre del 2013 en la Cámara del crimen y lo tenían que sujetar cuatro guardiacárceles que si no insultaba a los gritos al fiscal acusándolo de estar de acuerdo con la victima o era que gritaba que echaran a Fuera de la Ley ( estábamos como público en la sala) porque se ponía nervioso y se daba vuelta a mirarnos mascullando con cara de trastornado.

En el Penal había denunciado por torturas a todos los guardiacárceles y en realidad él era una tortura insoportable e inmanejable. Igual que ahora a más de cinco años con Janet. Juan Marcelo Luna tiene 44 años, vive en una casa de madera en la esquina del pasaje Zenta y Eduardo Arias donde dicen se reúne con unos tatuados escabrosos a la noche que tienen en vilo a toda la vecindad.

Anda con el machete en la mano, por ahí parece manso y de golpe se brota y quiere pelear y matar a todos, atacó la vidriería de enfrente, el negocio de comestibles para el lado de la Arenales que también tuvieron que poner rejas para que no entrara armado y exigiera alcohol si no los cagaba matando.

Hay todo un folklore de la conducta del asocial que en sus tiempos se agarraba con el Tato Casalbón que vivía a la vuelta. Eran dos locos pero el Tato era un loco lindo que lo tenía cortito. Nadie pasa por su esquina, comentan que tira cascaras de frutas podridas para que se resbalen y caerles encima. Sobre todo a las chicas con las que parece tener una obsesión sexopática. Cuando tenía abierto el local se le aparecía a Janet con un te voy a culiar y después te voy a matar. No hay derecho.

En el 2013 lo condenaron a tres años de cárcel efectiva por haber dejado al borde de la muerte de un cuchillazo a la nueva pareja de la ex mujer en la navidad del 2011. Fue el final de una película de terror que dejó a la ex tan aterrada que solo aceptó declarar sin su presencia. Lo tuvieron que sacar a los tirones. Explicó que desde la separación su vida fue una locura. En el trámite de la causa lo excarcelaron y apenas salió fue derecho a la casa para amenazarla con un cuchillo. Incontrolable el tipo. Ahora hizo lo mismo con Janet que luego de las dos horas que lo tuvieron detenido por su denuncia por romperle el vidrio fue a gritarle a puerta pegando palazos y delirado. Con causas de amenazas, resistencia a la autoridad o daños no lo van a dejar preso.

“¿Tiene que matarme?” pregunta con toda razón la comerciante que no sabe qué hacer.

Obviamente Luna no se va a someter a ningún tratamiento psiquiátrico como recomendaron los Jueces cuando lo condenaron. Nada lo amedrenta, tiene en el cuerpo deformado de golpes y cuchillazos, en realidad es lo que le gusta. Todo un dilema. El rechazo a su peligrosa demencia fue total en las redes. Algún remedio hay que encontrarle. La gente tiene derecho a vivir en paz.