“El caso era hacerle mal, verlo rabiar y ponerse cárdeno…”
El ají    Alvaro Yunque
Mucha gente odia a la Policía. El cuerpo tiene que remontar una historia negra hecha de arbitrariedades, de violencia y abusos contra la población. En los sectores que aportan el caudal mayor de delincuencia ciudadana ver a la Policía es ver al Diablo. Les tiran con lo que tienen.

Ayer el robo de una soldadora y una amoladora derivó en un episodio de encono contra los azules por el que terminaron presas cuatro personas, entre ellas una chiquilina de 16 años. Fue en barrio Taranto. Buscaban a un tercer sospechoso de la sustracción. Lo vieron en un terreno. Machete en mano enfrentó a los uniformados.

Un grupo de mujeres los emboscaba cerrando la verja. Al oficial le era arrancada la insignia dorada, los botones de la camisa a más de ser incado en el cuello con su propia birome. Al llegar los refuerzos fue una lluvia de piedras que, entre otras cosas, le hicieron volar la antena de radio base a un móvil.

Sobre los detenidos se repartieron cargos de robo calificado, resistencia a la autoridad y lesiones leves agravadas.

Fueron identificados como los hermanos Diaz de 25 y 26 años, Sebastian Areco de 20, sumada la menor.