“—No aprendo nada en el colegio —dijo—. Ni siquiera cuando voy…”

Los blues de Sonny   James Baldwin

La violencia juvenil y/o colegial es un tema que se retoma con cada nuevo episodio. En un mundo en el que se consume veinticuatro horas del día en el cine en la televisión en las redes el espectáculo fascinante de la furia humana no es de extrañar.

El martes a la salida del bachiller 5090 de Yrigoyen en derredor al cajero frente a la plaza una correteada entre alumnos terminó con un chico de 15 años apuñalado en la espalda por otro de 16. Once de la mañana. La herida le provocó un neumotórax traumático y en el quirófano tuvieron que colocarle un tubo de aventamiento pleural. Dicho más fácil el filo alcanzó la membrana que protege los pulmones. Lesiones graves sin duda.

El adolescente agresor fue detenido junto a otro chango de 19 años liberado en horas. Se había metido a separar.

La causa se radicó en el Juzgado de menores a cargo de María Laura Toledo.

El imputado fue al centro de atención de jóvenes en conflicto con la ley penal, léase cárcel de menores. El abogado Ramón Saldaño se presentó como su defensor. Hechas todas las diligencias de rigor incluida la declaración de la directora del colegio anticipó que mañana a la mañana va a recuperar la libertad. Al mismo tiempo la evolución del herido es satisfactoria.

Los protagonistas no se llevaban bien se venían tirando la bronca a una edad de rebeldía y crispación.