“En sus ojos está el dolor amordazado…”
Mariana Inés Arredondo
Para diciembre del 2023 una estudiante de 14 años hizo catarsis con su madre revelando un secreto que por vergüenza ocultaba. Yendo al colegio de mañana un mechudo con tatuajes la había arrastrado a un baldío y entre las plantas, violado.
Pasados los días circulando en la moto con su mamá vió al hombre, un desconocido, el tatuado del ultraje que se le había quedado clavado en la cabeza como espina.
La Policía alertada lo detuvo y ella llorando lo reconoció y volvió a hacerlo en rueda de presos y era ese y ninguno otro en el mundo el degenerado matinal.
Se trataba de un viejo conocido de la Justicia que antes le decían “Juanchila” y ahora en el bagayo “Mudo” con una mochila de condenas penales. Juan Angel Federico Romero (45) solo podía mostrar chapa de convicto reincidente, veintinueve tatuajes en el cuerpo y drogodependencia.
Juró ser inocente, que no conocía a la chica, que ese día bagayeaba en la frontera y la verdad que estaba en la lona, valga el juego de palabras.
Fue condenado a siete años y seis meses recluido culpable de abuso sexual con acceso carnal. Lo defendió Federico Gil Newer, el Juez fue Fabian Fayos de Sala II.