Habían entrado al país en el 2019 como inmigrantes ilegales. Formaban parte de la diáspora venezolana de exiliados que huían de los desquicios políticos en su tierra. Instalados en Pichanal malvivían de limpiavidrios en el cruce y dormían de prestado bajo un alero en las casillas de picheros sobre las vías del tren en el ingreso a la Misión o en la terminal.

Cristofer de Jesús Abarca Virguez (23) y Roberson Alejandro Garcia Rondón (25) son Caraqueños. El primero dijo ser adicto a la cocaína, a la marihuana y a la heroína y el segundo solo a la yerba, aunque ambos tomaban alcohol que daba calambre.

El “Mecha” o “Mechudo” Gabriel Alejandro Barrio (37) era gomero en el Cruce tanto en el Negro de la entrada como en Villa Rallé y pasaba las noches en los recovecos de marginales con borrachos, drogados y prostitutas.
A las cinco de la mañana a mediados de Junio del año pasado los venezolanos y el Pichanalense tuvieron un altercado sangriento cuyo final fue la muerte de Barrio con dieciocho puñaladas en el cuerpo, muchas en la espalda y la nuca.

Se habían peleado por una chica que trabaja la calle de la que los dos decían ser novios. Machados y drogados.
A los extranjeros se los acusó de homicidio calificado por alevosía.

Un par de semanas atrás llegaron a juicio. Tenían sangre del muerto en la ropa y la chica en disputa fue testigo del encarnizamiento de Abarca Virguez con la victima. Por otro lado ante el Juez dijo que se hacía cargo de lo que hizo y que estaba muy arrepentido.
En los alegatos la defensa pudo probar que no existió alevosía porque la pelea empezó frente a frente. No hubo un ataque a traición aprovechando los 2,72 de alcohol en sangre de Barrio.

Así las cosas el Juez Raúl Lopez condenó a Abarca a doce años de prisión efectiva por homicidio simple y a Garcia Rondón a cuatro por partícipe no necesario (no intervino en el crimen aunque ayudó a su compatriota a arrastrar el cadáver 18 metros hasta el lugar donde fue encontrado).