“-¿Atacada de qué?
-¡Males! No se pueden decir…”
Fin de curso Mariana Enriquez
Hacía años que no veía al pariente que arruinó su niñez. Su conducta libidinosa, sin embargo, la martirizaba todos los días. Fue de los cinco a los ocho que el tío abuelo vecino de su casa la obligaba con amenazas de matar a toda la familia a desnudarse, a dejarse tocar, a aguantar el asco y fue una contingencia que impidió se le subiera encima para consumar sus impulsos pedófilos.
A los trece en el secundario andaba mal, se llevaba siete materias, los profesores la veían triste angustiada y supieron las razones el día que se despachó con lo que lejos de ser un mal recuerdo era algo que no había dejado de oprimirla nunca.
Al susodicho, de apodo “Lijao” o algo parecido, 55 años, jornalero, lo detuvieron en noviembre pasado. Dijo que conocía a su sobrina nieta pero nunca tuvo problemas.
Acusado de abuso sexual gravemente ultrajante con el auspicio legal del abogado Sergio Herrera confesó el lunes la verdad de oprobio y convino pasar cinco años en la cárcel la pena mínima del delito. Lo ayudó no tener antecedentes. Firmó el Juez en feria Raúl Lopez.