En la evolución de las creencias humanas desde la pretéritas mitologías hasta los monoteísmos de libro posteriores, hay fratricidios en los orígenes bestiales de nuestra condición. Sin ir más lejos meterse en el Génesis Bíblico nos enfrenta con la muerte de Abel en manos de Caín, su hermano y el primer ser humano engendrado por Adán y Eva luego que los corrieron de la inmortalidad por andar haciendo porquerías. Es decir los dos primeros hombres, hermanos entre sí, terminó uno victima del otro. ¿Porqué se pelearon?. Por endivia y celos, no sé si conoce. Dios prefirió el regalo de grasa y sangre de oveja de Abel contra el de frutos y granos de Caín. Los Dioses eran un poquito sanguinarios en esos tiempos, después será que cambiaron, lo ignoramos. El tipo se puso loco de furia y descuartizó al preferido con un hacha. Otras versiones más benevolentes dicen que lo mordió como hacen las serpientes lo que deja sospechar una escena de canibalismo. No se andaban con chiquitas los primeros hombres. A los creyentes no debería asombrarlos nada de lo que pasa hoy.
“-Ninguno imaginó lo que iba a hacer. Nadie-
dijo la mujer como si se disculpara…”
Nombre falso Ricardo Piglia
Fue imposible que no se nos vinieran estas cosas a la cabeza con la noticia de la muerte del Pacha Pachamama o Cheto Jorge Luis Flores (36) en manos de su hermano menor Diego Flores (20) la noche del Domingo 19 en el barrio 9 de Julio. La lógica judeocristiana del crimen de Caín sobre Abel era la del hermano bueno y el hermano malo. Ahora pasaba lo mismo. Y se consumaba con parecida alevosía. En el cuarto en el que Pachamama dormía sobre un colchón una borrachera larga, con droga incluida (fue secuestrada de entre sus ropas), con la impronta añeja de una violencia insoportable de mala macha o mal viaje que aterrorizaba a propios y extraños, entró Diego Javier, un chico abanderado del BSPA, de muy buen concepto, y con un pico o picota de albañil, ese arco de fierro con las puntas afiladas, se la descargó seis veces sobre la parte superior de su humanidad para no errarle de matarlo. Su victima apenas opuso una exhalación ronca. Tenía seis agujeros, seis picazos, tres en el pecho (uno le atravesó el pulmón el otro el corazón), uno debajo del oído izquierdo, en el brazo del mismo lado y en la espalda. Diego acomodó el arma enrojecida de sangre contra la pared y llamó al 911 para informar la masacre y señalar al responsable: ÉL MISMO. Los que vieron como quedó el cuerpo al ser llevado a la morgue se espantaron.
Los odios y guerras fratricidas por una u otra cosa forman parte no ya de las mitologías sino de la historia. Los Españoles lograron conquistar el imperio Inca con Pizarro, un gallego bruto y analfabeto, porque medio tambaleaban los quechuas después del enfrentamiento del emperador Atahualpa y su hermano Huascar. Huascar perdió y su hermano, estando ya preso por los invasores europeos, lo mandó matar, no sin antes ordenar que le hicieran comer carne humana, excrementos, para luego arrojarlo al abismo desde lo alto de una montaña o, según otras fuentes, lo ahogaran en el río Negromayo. A otro hermano o hermanastro socio de Huascar, el Atoc, pidió que luego de muerto limpiaran su cráneo lo cubrieran de oro y se lo enviaran para usarlo de vasija.
Lo de los Flores venía de largo. Ya lo habían rigoreado a la mañana. El mismo que más tarde lo mataría con otro hermano. Estando machado, es el comentario general que escuchamos, se convertía. La mujer estuvo también esa mañana en el hospital con un tajo en el brazo que dijo se lo había hecho con el vidrio de una ventana pero la médica la corrigió que ese corte no era de un vidrio y que “alguien” se lo había hecho. A la cinco de la mañana por un alerta de violencia de género el 911 había estado en la casa y demorado al marido. Nadie denunció y lo liberaron a las siete. Se volvió a seguir chupando. Con todo esa tarde la mujer (que vive en otra casa porque se han separado varias veces) estuvo con él hasta que se durmió. A la hora del crimen ella se fue a misa y a la salida de la casa se cruzó con Diego que entraba.
Llama la atención a la gente de homicidios dos cosas, que un chico con tanto futuro se haya cagado la vida de esa manera, y luego la calma y tranquilidad con que afronta su desgracia. “No servía para áka” repite y piensa que con su muerte les sacó un peso de encima a la mamá y al papá. Los salvó. En la AP 580/18 iniciada en jurisdicción de la subcomisaría 9 de Julio el hecho se caratula homicidio. Que la victima haya estado durmiendo puede calificarlo por alevosía y dejar a Diego Flores ante el precipicio de una perpetua. Una publicación en su Face hace cinco meses indicaba que las cosas andaban mal. Resultó un presagio.