“Siente el peso y el contacto frío de la 45 metida en la cintura, atrás. Se siente de pronto molesto, casi ridículo…”
Un error de Ludueña  Elvio Gandolfo
Del siglo IX al XI la pólvora, que parece la inventaron en el reino de Assam de la India y se la chorearon los chinos, se usaba para exorcizar demonios. Explotabas unos cuetes unos fuegos artificiales y los malignos se espantaban. Con el tiempo evolucionó, como tantas cosas, de salvarnos a matarnos. Será por el azufre que contiene la fórmula que el Diablo metió la cola y cargó las armas.

Sobre su potencia homicida está todo dicho. En el código penal en vigencia emplear un arma de fuego para acabar con otro califica el delito, lo agrava. Un chico del barrio jardín Carlos Esteban Lami alias Cachito (26) fue juzgado en Sala II por dos hechos relacionados con pistolas.

Es hermano del Lami que mató a un ladrón en el mercado con una nueve milímetros y exiliado en Bolivia murió en un accidente. De Febrero a Marzo del 2019 primero se tiroteó con uno de moto a moto frente a la guardia del hospital y luego fue descubierto portando una Titán calibre 25 en la entrada de la Tropi.

Acumulaba un robo calificado por uso de arma en tentativa y una tenencia ilegal de arma. El Jueves 19 el Juez Raúl Lopez desde una pantalla a control remoto lo condenó a tres años de prisión condicional. Unos días antes con prisión domiciliaria lo balearon en la puerta de su casa en lo que pareció una deuda de droga, en Mayo del año pasado frente a la plaza Santa Marta baleó a un conocido narco a quien, se decía, no le había pagado la merca que le daba para vender.

Eso no figuró en el Juicio. La sentencia establece que debe abstenerse de cometer nuevos delitos, de consumir drogas, de contactar o amenazar a sus victimas y de PORTAR ARMAS DE FUEGO. Obvio.