“Silencio y sombras acribillados por el temblor de los grillos en la tierra y el de las estrellas en el cielo alto y negro…”
El obstáculo Juan Carlos Onetti
“Yo no quería hacerte esto gorda” le dijo compungido Guillermo Cordero (31) a la madre de su hijo que portaba un segundo en su vientre con 15 semanas de gestación luego que culminara una reyerta doméstica dejándole clavado en el pecho el acero de un cuchillo. Era tarde para lágrimas. Habían intentado reiniciar la relación cinco meses atrás con la condición que no tomara. Ese día había vuelto machado del bagayo a su casa en Aguas Blancas. Fue el 26 de Junio del 2018.
En el fragor de la pelea se había metido un hermano de la mujer que vivía enfrente. De unas colchas Cordero había sacado un revólver con el que lo hizo caer a culatazos. Mientras lo pateaba la mujer le partía un palo en la espalda para que suelte como a un perro. La reacción fue hundirle un tramontina cuyo mango naranja fue recogido más tarde por criminalistica.
En Orán le extrajeron el filo. Quedó atorado en los huesos y no pasó a mayores, tampoco afectó su embarazo, en el Juicio celebrado hoy llevó a su bebote de meses. Al padre lo acusaban de homicidio calificado por violencia de género en grado de tentativa más las lesiones leves contra el hermano. Desde el punto de vista médico la herida no fue gran cosa pero estando embarazada significó un riesgo. En los alegatos la Fiscal remarcó que el le gritaba que la iba a cagar matando como prueba de la intención femicida, intención que no pudo concluir por razones ajenas a su voluntad, lease que apareció el cuñado.
El defensor Joaquín Velez hizo un parangón con el amor donde se dicen muchas cosas que nunca se cumplen. Lo objetivo era un herida no grave de la que su cliente se hacía cargo, obviamente agravada por violencia de género. Las posiciones eran el día y la noche. La fiscal pidió 15 años de prisión. A Cordero se le iba a venir la noche. Fabian Fayos juez de la Sala II falló 13 por los delitos que venía acusado. Consideró que tuvo intención de matar.
Distinto a otros colegas deliberó media hora. ¿Con un espejo? ¿consigo mismo? ¿se tomó un cafecito, un mate? ¿tiene algún maestro gurú con el que consulta?. Ya alabamos al Juez Lopez que falla tras los alegatos en los Juicios unipersonales. Meterse a deliberar con nadie para deliberar es un exceso de ritualismo, de dilación, para nosotros, incomprensible. La contracara fue un debate exprés empezó a las nueve y a las doce estaba la sentencia.