“Ulpidio peló una faca que tenía este largo. ¡Uy Dió, cómo brillaba la plata de la luna sobre el filo helado del acero!…”
Ulpidio Vega Roberto Fontanarrosa
A la salida del Sábado 25 de Enero y antes que clareara el Domingo en el Juventud Unida un episodio de desunión juvenil tiñó de sangre la Sebastián Cuenca. Un chango caía herido de cuatro puñaladas en la espalda al tiempo de un desbande pipero. Una runfla de drogados igual a la de tantas esquinas de la noche Oranense había elegido su casa para bombardearla a piedras.
José Peñaranda, recolector de la muni de 26 años, desafiaba la oscuridad para correrlos y sentía unos estiletazos de nadie y a traición que lo derrumbaban. Su vida durante tres días de terapia intensiva fue una moneda al aire. Lo puntazos le afectaron el pulmón y otros órganos.
No sabe quien fué. No lo vió. Lo sintió. Las bandas piperas son nómadas y van buscando esquinas propicias para salir del aburrimiento con algún desmán, algún apriete, alguna muerte. El episodio fue a la vuelta de la cancha del San Ramón donde cuatro dealers condenados hace unos meses vendían droga a lo loco.