“-¿Qué quiere decir?- preguntó el oficial londinense. -Quiero decir- contestó el curita, y su voz pareció dominar el ruido de la tempestad-, quiero decir que el Diablo puede estar sentando en el torreón de este castillo en este mismo instante, el gran Diablo del universo, más grande que cien elefantes y aullando como un Apocalipsis…”
La honradez de Israel Gow      Gilbert Chesterton

La droga es el gran fetiche de estos tiempos. Es el gran demonio ahora que las creencias vienen en baja. El Dios enemigo de los hombres, el que va con la mano en el hombro del Dios bueno y le chusmea cosas malas de sus creados. El Ortiva. Aquel contra el que hay que luchar para ser felices. La plaga, la peste negra, el diluvio. La droga tiene la culpa de todo. Es como un puchinball de boxeadores, como la espalda de los sacerdotes medievales que se azotaban a si mismos por los pecados extremos que cometían, eso los limpiaba de culpas igual que la droga hace con los arquitectos de las políticas públicas. Cuando hayamos acabado con la droga la justicia social reinará y no habrá más violencia, delincuencia, desamor, ignorancia y pobreza.
Paremos. Es necesario especificar qué compuestos. No es que todos los fármacos son el diablo. Algunos. Por ejemplo el peor, el Lucifer más devastador, el alcohol, ese no, ese está bien porque está permitido, Estados Unidos hizo la prueba de prohibirlo y no solo no lo logró con la ley seca sino que hasta el día de hoy sigue sufriendo con los mafiosos que esa cruzada dejó. Los que deben erradicarse, los “malditos” como los bautizó una campaña gubernamental hace un tiempo, son la cocaína, la marihuana y sus subproductos de segunda selección la pasta base y la bosta seca de vaca picada, que “enferma” la mente de los niños, les quema las neuronas, y los convierte en monstruos psicóticos, en demonios.

A efectos nefastos tiene infinidad de competidores, por decir algo, la Coca Cola, que es como si te metieras ácido en el tubo digestivo, te afloja todos los tornillos, de ahi viene a ese le falta un tornillo, los suicidas directamente se toman sin respirar una de dos litros y medio y su humanidad se diluye hasta quedar un charquito en el piso, un médico me informó que la sal y los fritos te matan, si es por alterar la conciencia existe la escucha adictiva de reggaeton que si no quedás tarado le pegás en el poste. Ya vamos a ir prohibiendo todos estos productos satánicos. Por ahora la guerra tiene un enemigo: es verdiblanco. Ah sí, Banfield, entendí todo.

Gente de Pichanal nos contaba la época en que el “Mecha” Juan Marcelo Yonovich (40) hacía locución en radios con una voz potente y vendedora. Después se metió en la droga, tuvo un progreso económico de corta duración y cayó preso. Al salir lo seguían investigando a través de escuchas telefónicas y vigilancia de su casa en barrio Santa Maria siendo allanado el 27 de Septiembre del año pasado por la gente del sector 24 de Drogas Peligrosas de la Policía. Le secuestraron seis gramos de cocaína fraccionada en cinco plásticos, tres gramos de marihuana, a más de una balanza gramera. Adentro había un comprador. Quedó preso por comercializar estupefacientes junto a los hermanos Roger (25) y Franco Choque (26), también allanados, a quienes se les halló un par de revólveres y una cantidad minúscula de marihuana.

Bajo la modalidad juicio unipersonal y abreviado a cargo de Fabian Fayos el pasado Miércoles17 de Octubre se dictó pena contra ellos. Tres años de cárcel efectiva para Yonovich y libertad para los hermanos Choque, uno absuelto, el otro sancionado con un año y medio en suspenso por tenencia de arma de uso civil. Ser reincidente le privó al ex locutor que el castigo fuera condicional.
“¡Tenemos el mejor Paco del país, con garantía cien por cien de calidad y a precios irrisorios para toda la juventud dorada de nuestro querido pueblo!” pudiera haber publicitado con su vozarrón.