“Una estrella brilla en mi pedazo de cielo y por la pared camina una lagartija muy pequeña. Se queda quieta. Camina. Se queda quieta…”
Los estratos Juan Cárdenas

Son contados con los dedos de una mano los presos fugados que tuvieron éxito y no se les volvió a ver un pelo. Recordamos al Dibu Figueroa del Penal y a un boliviano en una fuga masiva en Tartagal. Quizá otro que tiene un taller mecánico en Bermejo. Normalmente es como un ejercicio para estirar un poco las patas y darle un beso a la vieja y admirar la naturaleza, mirar los pajaritos, cosas que el encierro coarta. Por otra parte los presos policiales son en su mayoría pobres como para pensar en instalarse en la banda o pirarse al Paraguay. Otra cosa es narcos con guita con cuenta en el banco y posibilidad de pasaje aéreo. Los adictos se fuman un paquito con la vagancia que los admira por sus galones de escapados de la yuta. Se toman un respiro de los irrespirables y hacinados ambientes de los calabozos con baño compartido en donde caben seis y viven dieciséis.

Su vida social reducida a la barra y a la familia (los que la tienen) reduce el radio de su búsqueda a dos o tres casas o dos o tres baldíos y en algunos casos un tío en el chaco o una prima en Pichanal. Lo cierto que el retorno “…Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno” o “vuelvo vencido a la casita de mis viejos” o “fue mucho mi penar estando lejos del pago tanto correr pa llegar a ningún lado” es, más tarde o más temprano, el final cantado de la aventura.

De la fuga cuartetera del Martes 5 de Marzo de la subcomisaria 9 de Julio al sur de la ciudad a tres días solo queda uno todavía de vacaciones. Al homicida “Kolino” Mendez lo pillaron a dos cuadras camaloneado en las malezas de un baldío. Del “Mojo” Cristian Ortega (30) del 17 de Octubre acusado de violar a una nena de cuatro años y viejo canero, supieron por familiares que siempre iba de changuero a las fincas camino a Aguas Blancas, podía estar en la Balanza, en Las Yungas, en la San Agustín. Que supieran, no tenía un peso.

A las cinco de la tarde del Jueves 7 una comisión en un auto particular al mando del Jefe de dependencia, un viejo lobo con muchos años en Investigaciones, salió y bingo, entrando nomas a la Balanza lo vieron sentando en un banco con el portonero. Tras detenerlo supieron que se había registrado con un nombre falso y cobrado $ 350, una suma que para viajar a esconderse en Tailandia, ponele, es nada.

Mientras, la mamá del evadido Facundo Romero (18) con una causa de robo en poblado y banda se comprometía a entregarlo si lo ubicaba ya que no quería que anduviera errante como un paria el resto de su vida. Se presentó hoy Viernes en la Fiscalía a la mañana.

Todos los recapturados serán reubicados en otras dependencias y recargados con el delito de evasión ya que rompieron el ojal del pasador de la celda, si, por ejemplo, los custodias se olvidaban la puerta sin candado y se iban, no constituía delito ya que el hombre tiende a la libertad como los pájaros, si les dejás la puerta de la jaula abierta, se van, con todo derecho. Falta quizá el más peligroso.

El asaltante Sandro Leonel Perez (31) que ya vivió en Buenos Aires y de allá se trajo una novia a la que le regaló una año de cárcel cuando asaltó en el 2009 el primer telecentro entrando por la Pizarro, en realidad a la chica le dijo esperame no apagues el motor, se supo en el Juicio. La clavó. Esas relaciones al sur quizá puedan ser una vía de escape.