“Esas fueron puras maledicencias…”
Anacleto Morones      Juan Rulfo
Un episodio especialmente siniestro sucedido en el barrio Floresta de Pichanal el tercer día de Marzo del 2020 fue recreado en uno de los juicios de la Sala I concluido hace dos días.

A un chango de los asentamientos de Mataderos al fondo, Rubén Mauro Rivero de 26 años, le achacaban haberle robado el celular a un niñito de once a punta de cuchillo y tratar de raptar a otro de cinco que soltó ya teniéndolo sobre la moto gracias a la lluvia de piedras que los vecinos le arrojaron.

Robo con arma y privación ilegítima de la libertad en grado de tentativa eran los términos legales para su conducta.

Saliendo de hacer la denuncia en la comisaría la victima gritó “es ése” al verlo pasar motorizado. A Rivero lo levantaron de la puerta de su casa, sin buscar el celular robado ni el cuchillo ni secuestrarle la moto largándolo, además, a los cuarenta días. Todas cosas inexplicables para semejante delito.

Su abogado defensor Ramón Leal dibujó con testimoniales a un buen chico que no se drogaba ni andaba en la fulería. Sobre el hecho ni la fiscalía ni la Policía habían hecho absolutamente nada. El fallo fue absolución. No quedaba de otra.