“Se vio a si mismo en la casa grande y vacía de un mal sueño circundado por unos hombres pálidos de levitas grises que lo punzaban sonriendo con cuchillos de carnicero…”
El otoño del patriarca Gabriel García Marquez
A las dos y media de la mañana del primero de Noviembre del año pasado la Policía de Yrigoyen fue a verificar un llamado de auxilio en el confín sur del pueblo frente a la plaza de Bienvenidos.
No vas a creer que vió salir a un hombre con la camisa abierta totalmente ensangrentando gritando que unos changos le habían querido robar la llave de Talí donde es sereno. Sería para afanarse motos o repuestos, quien sabe, no sabemos si Talí tenía motos en ese local.
Como fuera el herido describió las ropas del cuarteto asaltante y a la vuelta pillaron a uno saliendo de una casa y de ahí a otros tres más. La victima los reconoció plantel completo al declarar en el debate que comenzó el 5 del mes y terminó el pasado Jueves 28 dirigido en forma unipersonal por el Juez Aldo Primucci.
Por la cantidad de suspensiones, de traslados fallidos, parecía el juicio de la buena pipa.
Al “Chato” Julio César Santos (26) le sumaban a la causa principal dos robos anteriores, una moto y la reglamentaria de un Policía, compartía banquillo con Abdul Leonardo Troncoso (22), con Santiago Ledesma (25) y con Gonzalo Emanuel Delgado (22).
Todos pidieron declarar, ninguno estuvo, todos caminaban, tomaban, veían el partido, escuchaban música y pum llegó la cana y los levantó. Eran mi pobre angelito cuatro.
Poco podían patalear con el reconocimiento. Las heridas de arma blanca patadas y trompadas estaban certificadas. La sentencia fue cinco años y seis meses a Santos (por las tres causas) y cuatro a sus compañeros, el mínimo para tentativa de robo calificado por arma en poblado y banda.
No son malos los changos, les hicimos el aguante cuando los llevaban y los traían como escolares. Lástima, se mandaron un cagadón.