“Los dados sonaban en el cubilete y rodaban sobre la mesa. Ocho pares de ojos rodaban tras ellos. Por fin alguien exclamó. -¡El cuatro!…”
Cuento para tahures Rodolfo Walsh
Saltó la banca. El Juez Edgardo Laurenci se cortó solo. Absolvió por la duda a un hombre acusado de abuso. Pecado mortal en una época marcada por la ideología más que por los hechos en sí. La bajada de las altas cortes obliga a que sea verdad lo que dice una mujer o un niño, so pena de cometer una ofensa contra ellos. Los Juicios de abuso sexual vienen con condena de fábrica y control de calidad convertidos en una obra de teatro en el que el malo invariablemente muere al final y todos aplauden. Hay que dar el ejemplo así los hombres se volverán buenos y no andarán violando por ahí, deben pensar.
En este caso llegaba acusado Roberto Orlando Bravo (42) de violar a una chica de 13 años que la mamá mandó a comprar a la despensa y por un sendero de monte al lado de una cancha y debajo de una tusca le dijo mi amor, hermosa, y, tapándole la boca, la accedió por la cola según dijo la victima. Fue en la Nueva Jerusalem de Pichanal. La chica ya tenía novio y relaciones. No se le detectaron lesiones en la zona anal.
Bravo, nacido en San Pedro de Jujuy a afincado con tres hijos en la zona con trabajo estable en el Pontico de la balanza, era el hombre que iba con otro en una moto y se bajó para forzarla. Las psicólogas dijeron lo de siempre en los acusados de abuso. Copian y pegan. Que sus rasgos de personalidad “podrían” indicar que no maneja bien sus impulsos entonces bien “podría” ser el ogro de la película. En la Cámara Gesell lo que llamó la atención es que la menor se descomponía cuando se ponía nerviosa.
Como el abuso narrado no coincidía con la pruebas la fiscal en los alegatos bajó a abuso gravemente ultrajante porque por algo había que condenarlo. Hugo Velastiqui el defensor, irónico con los informes psicológicos, bregó por la inocencia. Bravo dijo unas últimas palabras, que tenía sus hijos chicos y que sería incapaz de hacer las cosas de las que lo acusaban. Llevaba un año preso.
Laurenci es reincidente. En Marzo del 2017 absolvió por la duda al abuelo Nestor Gorriti (71) por abusar de una nieta y en Junio del 2018 Impugnación hizo lugar a la casación de la fiscal y lo condenaron a 10 años de prisión que se encuentra cumpliendo. En la resolución se recomendaba a los operadores de Justicia el estricto cumplimiento de no te hagas el loco de andar soltando violadores. Bravo la tiene brava. Se fue en libertad.