Ante un peligro es natural que los seres humanos reaccionemos. Los seres humanos y todos los seres vivos. Si nos van a meter en una jaula, sin nos van a privar de la libertad, damos batalla, igual que un pájaro que ha caído en una trampera, o un felino en una red o cuando siente que lo van a cazar nuestro primo hermano el chimpancé. En nuestra especie no importa la cagada que nos hayamos mandado. La opción es entrar en guerra, pelear contra las fuerzas legales del sistema en inferioridad de condiciones, o ensayar aquello del soldado que huye y sirve para otras guerras. La opción dos fue la utilizada por un hombre de la Colonia Santa Rosa a quien en la actuaciones preliminares 502/18 se lo acusaba de abusar sexualmente de una chica de 16 años en Junio pasado. El “Tincho” Victor Armando Costas (40) del Manero desapareció desde esa fecha. Chau, buenas tardes, buenas noches, hasta Dinamarca no paro. O Israel.
“Hay que irse a Israel -dijo-. Un día de estos me voy a ir -dijo el viejo mientras se sacaba el saco negro a finas rayas blancas, pasado de moda…”
Blues en la noche German Rozenmacher
No pensaba irse tan lejos. Era uno más que se iba a Buenos Aires como el del chiste de cornudos tan popular. Los sabuesos de la policía local supieron que podía estar en Gaona, el pueblito de la ruta 16 entre Joaquín V Gonzalez y el Quebrachal, en lo de una prima, presto a perderse sur abajo. Tenía el corazón mirando al sur como el tango. El 22 de agosto tomaban contacto con la Brigada 5 e iban con la orden de detención. Tincho dormía en una pieza al fondo de la casa de su prima. Piedra libre. Le cortaron la retirada. Tendrá que pagar sus culpas entre cuatro paredes asfixiantes si con todas las garantías de la ley lo condenan. En un tiempo en que la denuncia de una mujer contra un hombre viene con precondena lista en el mismo combo.