“Un vocerío excesivo solo podía significar dos cosas: o era día de mercado callejero o se cernía algún peligro…”
Herejes Leonardo Padura
En el lejano oeste no se llegó a tanto. Pero los ánimos trastocados por una pandemia indescifrable dan para todo. No es de todos los días, ni de todos los milenios, acostumbrarse a protocolos infernales. No se puede viajar, no podemos tocarnos, no podemos besarnos, no podemos salir sin revisar el último número del documento, no podemos velar ni acompañar a los muertos.
Antenoche un empleado de la empresa Pieve denunció que en la zona de la terminal de Pichanal trasladando el cuerpo de una victima del Covid fallecido en Orán lo interceptaron unas quince personas al parecer parientes con un BAJATE HIJO DE PUTA QUE SE MUERA TU VIEJA. Querían velarlo a la fuerza en la casa. Temiendo por su vida tuvo que llevarlo hasta el vecino barrio Malvinas. Esperaban unas treinta personas que bajaron el cajón enardecidas.
La Policía lo rescató. Como se sabe los muertos con Covid positivo no pueden ser velados ya que el peligro de contagio para los vivos es grande. A pesar de la doble bolsa y de los cuatro tornillos que aseguran el ataúd. El COE dispuso el aislamiento de todos los asistentes y ardió Troya. Hubo resistencia y el consabido reproche en las redes valorando las medidas sanitarias de inhumanas.
Son gente vinculada a la política. Su dolor es respetable, su conducta no tanto. Arguyen que el hombre murió de otra cosa y le dibujaron el Covid. Ese es todo un tema.