“Las olas y el viento y el frio del mar,
el frio de tu alma me hace tiritar
el viento y la arena no me dejan ver
eres una ola muy pronta romper…”
Las olas y el viento Donald
Yo siempre voy a Orán a hacer surf. Hay unas olas de robos enormes. No vienen una atrás de la otra pero si tenes paciencia alguna se levanta y te pegás una barrenada en la tabla. Con este chiste creo que pisaremos las tablas del FestiOrán 2020. Muchas gracias, muchas gracias, tenemos peores.
De los infinitos lugares comunes que imponen los Medios el de “ola de robos” ocupa un sitial de importancia. Si esto se entiende como una serie de hechos delictivos contra la propiedad, plurales y sucesivos, podríamos convenir que la ola de robos viene de vieja data. Se hizo bulla por los enmascarados de pistola con dato cantado encanutando millones reaparecidos rutilantes los últimos días. “Es una banda” es escuchaba en esferas policiales como quien descubre América. “Es que viene mucha gente extraña a hacer surf” podríamos ayudar.
El 15 de Agosto una farmacéutica de 64 años, dueña de tres expendios en la ciudad, y su hijo, ingeniero civil, de 35, volvían en su camioneta a su casa en Los Tarcos al 700. Con el telecomando abrieron el portón y al entrar los triangularon tres encapuchados fantasmas, dos apuntando con unas pistolas plateadas por las ventanillas y un tercero relojeando la calle, detrás, al medio. El ingeniero les ofreció cinco mil pesos pero los tipos venían con la posta del tesoro que escondía adentro una puerta blindada Pentágono. No querían moneditas querían “la llave”.
Tan preparados estaban que al mostrar la mujer cuatro en un llavero el gordito morocho de 1,70 con una quemadura de cigarro en el pómulo, al parecer el jefe, gritó “es esa” y agarró la correcta. Entraron y se llevaron en un bolso cilíndrico amarillo con la leyenda The North face dos a tres millones de pesos que estaban embolsados en conservadoras de remedios. Al irse le pidieron el Iphone al ingeniero (llegado de Italia hace poco) y él les rogó que por favor no. Iba a perder contactos y trabajos importantes. Se lo dejaron en un montículo de arena, afuera. Considerados los señores ladrones.
Criminalistica tomó seis huellas de zapatillas y una digital, parcial, del teléfono devuelto.
Las victimas (un hermano) publicaron la sospecha de una empleada que habían echado la semana anterior luego de seis años. Ella debía ser la “entregadora” de la “entradera”. Entradera es cuando te roban entrado, salidera, cuando te roban saliendo, y medianera…es otra cosa.
Además ampliaban que los vecinos cuchicheaban que había sido un tal Normando Nuñez (30) y que el “cerebro” no era otro que el “Hormiga” Bernabé Mendoza (37) del Balut un comodín que tiene la Brigada para acusar de cualquier cosa cuando no tiene ni idea.
Gran operativo detuvieron a la empleada Claudia Elizabeth Guzmán (40), al Hormiga y a otros todoterreno que tienen seleccionados para robos insolubles. De lo de Mendoza sacaron 150.000 pesos e intentaron detener a su cuñado un guardiacárcel de apellido Farfán que vive al lado y tenía 230.000, que, explicó eran ahorros con los que está construyendo su casa.
La declaración de Guzmán dejó tela para cortar. Dijo que trabajaba clandestinamente para un hijo de la señora que hacía de prestamista sin que ella lo supiera. Con su plata.
La mujer tiene tres hijos, pidieron el arresto domiciliario.
La fisonomía de Nuñez (30) y el hecho de haber estado preso en el 2015 acusado de integrar una banda de piratas del asfalto, es la carta ganadora de la Brigada. Plata no tenía. Nos dijo que está trabajando.
Todos juran no conocerse y no tener nada que ver con el asunto. Habrá que ver las otras líneas de investigación que quedaron sonando. Por ahora es lo que hay.
Ninguno practica surf a pesar de estar en la cresta de una formidable ola de robos.