
“La mina no soltaba nunca al que había cogido…”
La compuerta número 12 Baldomero Lillo
Igual que los políticos los narcos sean mayoristas o minoristas una vez que entran al negocio no quieren salir más. Ni que los metan presos ni que los caguen a tiros ni que les hable un cura un comisario o un ídolo cumbiero. Son resistentes a todo. Les das un milímetro y ya están de nuevo en el paco o en el tráfico.
Para los de Drogas Peligrosas es un hándicap de eficiencia, saben que allanando en lo de cierta gente tienen el éxito asegurado. Estén con domiciliaria, son condicional, con vigilada, con un guardia en la puerta o munidos de un celular en la cárcel, siguen vendiendo.
Así pasó con la detención unos días atrás del “Jeta” José Carmelo Armella (38) en su casa de Caballito con 182 dosis de pasta base. En el 2017 en el mismo domicilio secuestraron cuatro pipas y un 38 y purgó por eso siete años de cárcel. Al salir en Julio del año pasado de nuevo en el mismo lugar hallaron ciento cuatro pipas un terrón y una tumbera. De algún modo o logró domiciliaria o la excarcelación y siguió vendiendo. Ahora no tenía armas pero si balas.
El Jeta es hijo de un político que prometía liberar de la droga a Caballito y terminó preso por venderla.
