Es una historia tan frecuente que ya empieza a aburrirnos. Eso mientras no nos toque. La del asalto perpetuo de los motoqueros armados. O de los piperos delirados que es harina del mismo costal. En Septiembre del año pasado una chica embarazada cuyo padre fue muerto por una banda de drogados queriendo robarle la moto y el celular fue apretada en la Sebastián Cuenca y Alvarado por un tipo que saltó de una 110 con un cuchillo vociferando le diera el aparato que manipulaba.

El socio se había quedado cerca con el motor en marcha. Paralizada de miedo la chica cedía. Huyendo los tipos eran detectados por una patrulla del 911 y uno era detenido tras una persecución con caída. Era un vecino del 6 de enero de 30 años apodado “Catán” nombre Dario Alejandro Berón. Ayer llegó a juicio por robo calificado por arma.

Dijo que no sabe leer ni escribir, que hizo hasta cuarto grado y que tiene cuatro hijos. Se trata de un adicto que ya estuvo metido en un homicidio viajando en la misma moto del asesino. Antes de la sentencia que el Juez Laurenci dictó hoy, confesó haber sido el conductor, “no hice nada”.

Nada que no fuera sacar volando del lugar al cuchillero una vez concretado el golpe. Una pieza fundamental para el atraco. Pasará cinco años preso tal como lo pidió la fiscal Alda Murúa. Es su primera condena.