“Con estrépitos de músicas vengo,
con cornetas y tambores.
Mis marchas no suenan solo para los victoriosos,
sino para los derrotados y los muertos también.
Todos dicen: es glorioso ganar una batalla.
Pues yo digo que es tan glorioso perderla…”
Walt Whitman
Cuando te enjuician por un delito penal grave el rito establece que se lea la requisitoria fiscal. Allí están los motivos que los empleados de la Justicia han conseguido para concederte el título de sospechoso. O sea sos el malo, normalmente el más serio, el que no puede juguetear con el celular como los Jueces, los fiscales o sus secretarios que aducen estar tan ocupados con mil cosas a la vez que solo pueden NO ESTAR, estando.
En el debate iniciado hoy Martes 18 de Junio contra Rolando Emanuel Acuña (29) alias “Miguel” por el nombre del padre, acusado de haber matado de un puntazo en el cuello el 22 de Septiembre del 2017 al tío de su novia Walter Lopez (32) alias “Lobo” en la puerta de uno de los monoblocks de departamentos detrás de la Terminal, le pidieron que prestara atención a la lectura de la imputación y acto seguido le cedieron la palabra tal como indica el protocolo con la salvedad explícita que podés mentir o decir cualquier cosa que haga a tu defensa. En criollo, no te vamos a creer ni los puntos de la íes como a la Casandra de los mitos griegos (buscar en Internet).
Ese dilema inaugural de los patibularios hablar/callar suele terciarse con el defensor. Algunos abogados te amordazan, otros te alientan a explayarte. Bueno querido señor excelencia soy admirador de la poesía de Walt Whitman, escuche esto “¡Oh yo, vida! Todas estas cuestiones me asaltan, del desfile interminable de los desleales, de ciudades llenas de necios…” no, no, no podés, ahí te cortan, tenés que referirte a la causa.
Joaquín Velez es el defensor de Acuña que aceptó declarar y responder las preguntas que le hicieran. Acentuó lo que ya dijo su novia que Lopez bajó del departamento cuchillo en mano y que él se defendió con el carnicero de pesca que llevaba en la moto y queriendo herirlo en el brazo lo punteó en el cuello, huyendo a Tarija (donde estuvo prófugo más de un año) asustado por el hecho que los amigos de Lopez lo buscaban y le quemaron la prefabricada que tenía en el 4 de Junio.
De ocho testigos citados solo concurrieron dos. Se ordenó la comparencia por la fuerza pública. Son más de una docena. Y que aparezcan los secuestros traspapelados en algún rincón oscuro de los depósitos judiciales. Es en la sala II. “Se declara abierto el debate” dirán en cada reinicio.
