“Estábamos bastante listos, entonces, para que algo sucediera, incluso bastante armados…”
La virgen cabeza Gabriela Cabezón Cámara
Las iniquidades nocturnas en el cruce de Pichanal no son nuevas. Robos modalidad piraña, violaciones en manada y hasta crímenes patoteriles a la vieja usanza del garrote vil fueron noticia. En su momento podías quedar en medio de un kilombo entre los grupos marginales de la Misión y de la Villa y no sacarla barata, en peleas de prostitutas o prostitutos con clientes tacaños o de narcos haciendo noche para pasar las camionetas robadas en Buenos Aires y hacerlas droga en Bolivia.
El “Moncho” Ramón Omar Ocampo (60) es un formoseño que hace quince años se instaló en Colonia Santa Rosa. Cuida una finca de limones cercana a Pichanal. A eso de la una de la mañana del Lunes 24 junto a su hijo Alberto Pascual (22) y otro familiar, pararon en el Cruce a comprar coca. Al volver a la moto estaba rodeada.
“Ustedes me van a dar la plata que tienen” dijo uno de por lo menos quince que los miraban con fiereza. “Si no van a tener que dejar la moto”. La frase fue un grito de guerra y empezaron a llover piedras una de ellas derecho a la cabeza de don Moncho que cayó y le saltaron encima a cuchillazos trompadas y patadas. “Vi como un grupo de delincuentes golpeaban un hombre, fue horrible, pobre señor…” escribía en el Face una testigo ocasional.
Le bolsiquearon tres mil quinientos pesos y a su hijo, tratando de defenderlo, le abrían la frente suturada luego con doce puntos. Todo quedó grabado en la cámaras de seguridad que los de Homicidios revisaron esa madrugada identificando a seis. Fueron detenidos.
Un menor y los demás mayores, del primer loteo. Los acusan de tentativa de homicidio. De casualidad no lo mataron a Ocampo.