“ El hombre sentado en el banquillo de los acusados no es un simple delincuente, es mucho más que eso, es el caos, es la locura, es el libre albedrío desatado…”
¿Quién, yo? Dalmiro Saenz
Quien sabe qué rencores pueden amasarse puertas adentro en una familia. Oscuros secretos que un día se rebelan estrepitosamente. Se hacen sangrientamente públicos, comidilla de la psicología popular que busca explicaciones para el horror de no puede ser que era tan bueno que era tan callado que me dijo doña chola que le habían hecho, para mantener la cordura ante el hermano menor que mata a uno mayor con un pico de punta y paleta de seis terribles agujeros que le traspasan pulmón y corazón atacándolo mientras duerme.
Un crimen alevoso, brutal, producido en Agosto del 2018 a la vuelta de la subcomisaría 9 de Julio por el pasaje Los Robles cuando Diego Javier Flores (22) acabó con la vida de su hermano el “Pachamama” Jorge Luis Flores (36) con el argumento que lo había hartado con sus inconductas y sus vicios, los que, comparados con su reacción, eran nada.
El Juicio fracasó hace unos meses porque el acusado de homicidio calificado por alevosía cambió de abogado defensor, ahora, Jueves 13 de Febrero, en la Sala II bajo la batuta del Juez Raúl Lopez y la defensa de Enzo Gianotti se llegó a una sentencia. La única posible para esa figura: prisión perpetua.
No había excusas para semejante carga de odio, ni razones que atenúen el acto. Inentendible. Amargo. Desesperante.