“Estaba completamente deformado por el lado del alma…”
El perseguidor Julio Cortazar
Vendía maní en la feria y locro en su casa del barrio Virgen del Valle en Yrigoyen. Y tenía un inquilinato.
A los 64 años Victor Hugo Miranda, un hombre analfabeto nacido en el Tabacal, estaba avejentado por los rigores de la diabetes, los problemas cardíacos y de huesos.
Detrás de la compasión que generaba ese viejito enfermo se escondía un otro yo repulsivo.
Hoy se declaró culpable de haber violado dos veces a una chica de 14 años y abusado tres veces de otra de seis, hijitas de sus inquilinas. Fue denunciado en mayo del año pasado. Les decía que les iba a comprar ropa que no dijeran nada y las besaba en la boca, las desnudaba, delirándolas novias adolescentes y no criaturas aterradas ante su pedofilia senil.
Arregló pasar diez años en prisión. Sin domiciliaria ni libertad anticipada. Su patología sexual tenía un antecedente. En el 2009 estuvo preso por exhibiciones obscenas a niños.