“De él no quedaron más rastros que la sangre sobre las piedras de la calle…”
El día que fuimos perros Elena Garro
Hay sectores de los extendidos asentamientos 4 de Junio en el suroeste urbano donde la concentración de vendedores de droga por metro cuadrado es apabullante. Cada dos por tres pelean los tranzas cuestiones territoriales. La sangre y el polvo de la cocaína de baratija son consustanciales.
En la Natalio Roldán al fondo corriendo marzo hace un año a las diez y media de la mañana sonaron unos cuetazos. Antes dos habían discutido -les estas cheteando la guita a los vagos con gilada- y después quedó “Mestizo”, el perro de uno, muerto en las piedras y su dueño atravesada la pierna y astillada su tibia por un proyectil 11/25.
El herido y el pistolero eran conocidos del “negocio”.
Hugo Ramón “Tito” Saracho (37) un multiprontuariado con cuatro fojas de antecedentes penales y buena parte de la vida pasada en la cárcel había usado una semiautomática. Lo detuvieron en abril. Con carátula de portación ilegítima y abuso de arma, lesiones graves calificadas y crueldad animal comenzó su juicio en SalaII. Lo defiende el abogado Roberto Ortega. Pobre picho.