“A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones…”
Nocturno     Oliverio Girondo

Todos los que lo quieren lo llaman “el maestro”. Mario Alberto Lobo a sus 74 años se lo tenía bien ganado. Había llegado a director de la escuela Cabo Romero del puesto 28 y continuado como maestro primario en la Arístides Nivi más allá de su edad de jubilarse. Siempre con padres a favor y padres en contra. Y con colegas igual. Que lo pintaban desde el prototipo de un docente de vocación hasta un pervertido que le hacía “cosas raras” a sus alumnitas.

En el 2009 a los 64 unas madres lo denunciaron y en Junio lo metieron preso. Las nenas de cuarto grado decían que les tocaba las chichis y les daba besos en la boca. Entró a la cárcel el 25 de Agosto del 2009 y con una condena de 12 años de prisión por abusos sexuales reiterados calificados por su función de educador recién salió con 70 años cumplidos, prisión domiciliaria y pulsera de control. Estaba achacado por la edad, su diabetes y la cárcel. Quizá por la amargura. En su casa de las 402 viviendas tenía su pieza puesta a nuevo estos días por uno de sus siete hijos que lo visitó del sur. Le cambió todo el cablerío porque esas casas tienen mucha humedad y es un peligro la falta de mantenimiento.

Igual, los días previos al incendio de su cuarto, andaba mal. Se había caído varias veces. Apenas se mantenía. No hablaba. Soliviantado por las enfermedades de la vejez.

Este Miércoles 8 de Mayo a la mañana un hijo lo sacó de su cuarto en llamas con el cincuenta por ciento del cuerpo abrasado sin que se sepan las razones del siniestro ya que no explotó el calefón, como decían al principio, sino que se ardió la cama y el placard. Los familiares no saben qué pasó, ni arriesgan hipótesis.

A eso de las cinco de la tarde lo llevaban a Salta en un vuelo sanitario. Según vimos iba un agente del servicio penitenciario, su señora, más el acompañamiento de una tropa.

Cumple condena en el 2021. En la Guardia del hospital un vecino reflexionaba en voz alta “qué desgracia lo del maestro”.