“-Bebí demasiado- dijo Donald Westerhazy.
-Todos bebimos demasiado- dijo Lucinda Merrill…”
El nadador John Cheever
Un borracho alza el cuchillo de picar hielo y se lanza a corretear a un chango. Estamos en barrio Mitre una madrugada de noviembre del 2019. El perseguido tropieza y cae. El perseguidor le hunde el filo previo un ademán desarticulado.
La Policía encuentra a la victima, Mauro Oscar Zenteno, en ese entonces de 16 años, tirado inconsciente y sangrando a mares. Cerca, en la casa, detienen obnubilado y todavía con el cuchillo enrojecido en la mano, al “Gillette” Luis Alfredo Coronado de 49 años. Zenteno pierde el bazo y uno de sus riñones. Coronado queda preso acusado de tentativa de homicidio.
El Viernes pasado, 12 de agosto, concluye con un juicio abreviado el proceso. La fiscal considera que no hubo dolo homicida y baja la figura penal a lesiones gravísimas. El damnificado es traído por personal de la Brigada. Está preso por robo calificado desde principios de año.
Cuando le dicen que a su agresor le van a dar tres años en suspenso protesta. Su opinión no es vinculante.
El Juez Edgardo Laurenci convalida el acuerdo.
La condicional se vuelve efectiva cualquier macana que se mande Gillette durante el tiempo de la condena. Ordenan su libertad.