“Me confesé, y me quedé suave y aplanado como si me hubieran dado un baño de agua caliente…”
La familia de Pascual Duarte Camilo José Cela

El pasado Miércoles 23 de Octubre culminó el proceso judicial seguido contra Ramón Félix Díaz (28) por el asesinato de su cuñada Manuela Yoni Garcia (29) hecho ocurrido en el pueblo chaqueño de La Unión un domingo de Boca River de Noviembre del 2018.

Casi un año había pasado. En ese lapso Diaz fraguó una excusa que su abogado Ramón Saldaño dibujó como emoción violenta derivada a ser atacado por Manuela con agua hirviendo. El agua lo quemó y él enceguecido por la ira perdió el dominio de si mismo.

La macana es que toda la prueba decía que efectivamente ella lo había manguereado para defender a su hermana de ese borracho con un machete punteagudo en mano que le clavó en el pecho provocando una herida en el pulmón con poco tiempo de sobrevida, según aclaró en el debate la médica Marta Gomez, que hizo la autopsia. El agua estaba tan fría como su sangre a la hora de matar.

Mentiras aparte el acusado había confesado el crimen. Le jugó a favor que la victima fuera la hermana de su mujer con quien no tenía relación sentimental lo que hizo definir el delito como homicidio simple y no femicidio que supone matar a una mujer por serlo. Ya venía jurando que se iba a cobrar con alguien de la familia las broncas con su concubina.

Su falta total de arrepentimiento fue uno de los factores que tuvo en cuenta Claudia Carreras la fiscal de homicidios para pedir 17 años de reclusión. El Juez Lopez le dijo que si pero le dijo que no. Sentenció once años. Una pena justa en su opinión.

Completamente distinta a la del Tribunal de Sala I de Tartagal que en Abril del 2016 condenó a prisión perpetua al puestero José Maco Cortez (66) por femicidio al matar de un tiro a la maestra Evelia Murillo en la escuela del Bobadal cuando ella se interpuso para defender a una alumna que perseguía la noche del 3 de Octubre del 2014.

Murillo no tenía ningún tipo de relación sentimental con el asesino sin embargo definieron su acto como homicidio calificado por violencia de género.

Cortez y Diaz eran puesteros chaqueños, de esta banda y de la otra. Brutos y violentos. A los dos se les puso una mujer enfrente para detenerlos. A uno le tocó unos Jueces al otro, otro.