“…La menor distracción me habría costado la vida; me hubiera clavado el puñal en el vientre. Aún reaccionando con presteza fue difícil para mi eludir tan furioso ataque…”

En el bosque   Ryunosuke Akutagawa

La fiesta de los muertos del 2 de Noviembre convoca multitudes en los cementerios. Acuden, a tono con la mitología cristiana, mayoritaria en estas latitudes, para apaciguar el alma de los que vagan, sin reposo aún, en el purgatorio. Quién no tiene un fiel difunto del que acordarse ese día llevándole unas flores.
La fidelidad de un difunto es todo un tema. Razonando, no puede ser fiel ni infiel, ni cortés ni valiente, ni nada de nada. Cuando te morís no hay vuelta de hoja. Tu existencia se reduce a la quietud de una tumba.
Los vivos son los que pueden ser mejores o peores. Pueden hacerte daño, causarte penas, robarte el celu o matarte, dado el caso .

El pasado Viernes el cementerio municipal era un hervidero de gente. Mimetizados, ranchadas de marginales, cultores de San La Muerte, aprovechaban para chupar y drogarse a gusto delirados con las cumbias villeras que los representan “Es la muerte, una parca encapuchada que me protege…”. Una vez descerebrados de Paco y alcohol vinieron los problemas. Aparecieron facas, machetes y serruchos y mejor que te fueras si no querías acompañar para siempre a tus seres queridos. Apaciguamiento las pelotas.

Salieron a apretar a los visitantes aterrados que tuvieron que entregar las zapatillas y los celulares a la vagancia enardecida. Decí vos que llegó la Cana. Los de la 24. En el desbande detuvieron a cuatro, todos mayores, todos de Caballito, con secuestro de armas blancas y de zapatillas recién robadas. Se los acusa de robo calificado.

El día anterior otro episodio violento en Yrigoyen dejaba la misma cantidad de detenidos. A las dos y tantas de la mañana un cuarteto armado con cuchillo se metía de prepo en la pieza de alquiler de don Santos Alvarez (50) en Guemes al final para que entregara las llaves del negocio de motos de Orán en el que trabaja. Se ve que querían motorizarse los muchachos. Para vencer su resistencia pasaron de los golpes a los cortes, una tortura sangrienta, que paró cuando escucharon la patrulla que llegaba alertada por los vecinos y rajaron por el fondo.

Fueron detectados por la Policía en calle Rivadavia y, a pesar que intentaron correr a lo loco, los levantaron. Se identificaron como Julio Cesar Santos (24), Abdul Leonardo Troncoso (21), Gonzalo Delgado (21) y Santiago Ledesma (24).

Desde la fiscalía se confirmó la detención por el delito de tentativa de robo agravado por uso de arma y en banda en el acta de prevención 700/18. La victima fue al hospital a ser curado y suturado. ¿Hubieran llegado a matarlo si no llegaba la policía?. Un acto de desalmados a horas del día de las almas.