“El amor tiene cara de mujer” fue el título de una telenovela muy exitosa unas décadas atrás. Podría adaptarse a los entretelones del sumario Penal 48/11 que investiga la Brigada a partir de que la mañana del Sábado un pescador reportara una persona tirada boca a bajo en una zanja ciento cincuenta metros al sur del fin de barrio Malvinas por calle Guemes entrando al Cedral. El cadáver pertenecía a Marta Cecilia Guidobono de 26 años. Conocida por “Guido” a secas del 9 de Julio y más como numero diez del equipo de fútbol femenino Mitre A. Tenía signos de estrangulamiento y cuatro agujeros de cuchillo, la mitad adelante, la mitad en la espalda. Su sexualidad la llevaba impresa en su impronta masculina. Se relacionaba sentimentalmente con chicas corroboraría su entorno de amigas. El dato, más la saña ínsita en su cuerpo eran evidencia muda de crimen pasional. En el marco de amores entre mujeres. O desamores entre mujeres según era dable especular.
A seis metros de la “Guido” estaba su bicicleta y un poco más cerca su gorra manchada de sangre. Siempre andaba de gorra. Era una prenda infaltable en su indumentaria.
Jugando al fútbol era feliz. La tenían de enganche. De las habilidosas que traspiraban la camiseta. Así también era en su vida. Trabajadora. “Guapa” nos la definió una señora que la quería mucho. Para esta época se iba a la Rioja para la cosecha de olivo. Con su amiga de toda la vida del barrio la Blanca Esmeralda Carrizo (26). Siempre se las veía juntas andando en bici, desyuyando casas, arreglando artefactos del hogar o jornaleando en fincas.
Tanto que todos pensaban que eran pareja. Sin embargo no, al decir de quienes las conocían. Eran amigas inseparables no novias. Cada una tenía sus amores en otro lado. Guido hizo la escuela en la Terrones Riera y hasta tercer año en el bachiller. Dicen que tuvo un novio varón con el que no le fue bien. Eso la marcó y quizá haya definido sus preferencias amorosas.