“Nunca le vi tan furioso. Los hombres -dijo Mistress Samuelson mientras se ajustaba un brazalete de diamantes y daba vueltas a las sortijas que llevaba en los dedos- no piensan en otra cosa más que en el dinero…”
Los trabajos de Hércules Agatha Christie
Los negocios, los intercambios informales no regidos por ninguna norma ajena a la buena fé, deberían ser perfectos. Damas o caballeros que pactan un convenio y lo cumplen. La palabra dada y la confianza más importantes que la coacción. A estas actitudes nobles, si es que alguna vez existieron más alla de la literatura y los mitos, se las comieron las polillas. Si no hay ley, si no hay reglas, la fuerza las reemplaza. Ni hablemos de los bajo fondos de la venta de droga, donde por una deuda de cien pesos de Paco, te pueden cagar matando. No es retórica. Es un dato.
Hoy Viernes 2 de Noviembre comenzó el Juicio contra Adrián Francisco Fabian Fuentes (28), alias “Ñaña”, acusado de una lista de almacén de delitos nacidos de la cobranza violenta que perpetró contra un cliente al que le fió cien pesos de Paco. Coacción, lesiones graves con arma de fuego, portación de arma de guerra y comercialización de estupefacientes. El 4 de Junio del año pasado con su amigo Abraham Angel Padilla (coautor de la agresión, excarcelado y declarado rebelde por ausencia) fueron a Juventud Unida a reclamarle a un cliente la plata con un talante de me pagás o me pagás. Lo encontraron sentado frente a su casa con el hermano. En los bolsillos tenía pelusa. Estaba seco. La negativa apuró un ataque de piedras y golpes que hizo salir al padre de los piperos incumplidos que se metió al medio justo cuando Fuentes peló una tumbera de grueso calibre cuyo proyectíl le voló las dos terceras partes de uno de sus dedos. Mutilado, humeando pólvora y sangrando le quedaron fuerzas para reducir al cobrador irascible.
Ante tal situación Padilla fue por refuerzos y volvió con una turba motorizada de adictos con rifle y cascotes, quienes, tras ametrallar la casa, lo rescataron.
Se explicó en la requisitoria que las armas tumberas disparan de a un tiro y tenes que volver a cargar, que si era a repetición se estaría juzgando una masacre. El tal Ñaña lleva un año y tres meses preso. La violencia no fue negocio. Y, por supuesto, no sirvió para cobrar los cien pesos. El Lunes 5 el Juez Edgardo Laurenci de la Sala I dictaría sentencia. La declaración de uno de los deudores respecto a la adicción del otro ilustra la relación en torrente de las drogas legales con las ilegales, “cuando está machado consume pasta base”, dijo.
El del “Polo” Sebastian Policarpio Flores (34) del Malvinas es un caso serio. Fue condenado tres días antes en la misma sala luego de un larguísimo Juicio a cuatro años y seis meses de prisión por lesiones graves con arma de fuego (llegó imputado de tentativa de homicidio) y por comercializar droga. Figuras iguales a las de Ñaña. También usó una tumbera (elemento simil a un rifle con caño de metal color negro y la inscripción Delta Fishing) para pegarle un tiro a un cliente por la espalda cuando se iba con otro en la moto con el que discutieron porque no le quería vender base a doscientos pesos.
Todos iban a comprar a lo de Polo, en su casa amurallada del 4 de Junio, un dealer eterno con una estrategia de victimizarse para perdurar, desde que lo largaron actuando un suicidio en la cárcel. Siempre lo persiguen, lo odian, le inventan y le quieren cagar la vida. Muchas veces charlamos con él. Ahora decía se dedicaba a la venta de ladrillones traídos de Bolivia y hasta nos dio facturas para probarlo, con eso enmascaraba lo de la casa y negocio construidos apenas salido de su última temporada encanado. ¿Cómo hacés Polo?, le decíamos. Lo del próspero empresario ladrillero era un bluf.
Tiene dos hojas de prontuario comenzando con un robo en banda y daños calificados en el año 2002, a los 17. En el último hecho fue allanado luego de balear al cliente (antes le voló dos dientes de un culatazo, al proyectil no se lo pudieron sacar, le quedó en la zona de los riñones) el 3 de Marzo del 2017 con el secuestro validado por la Policía federal de 326.3 gramos de cocaína y una balanza gramera destartalada que tiró tratando de escapar. En el debate lo defendió Hugo Velastiqui. La sacó muy barata. Cuatro años es lo que le dan a un primerizo por vender droga. Por la tiroteada le dieron seis meses.
No son nobles comerciantes los vendedores de droga, lo suyo supera la transacción informal, la deforma. No te mandan un abogado, ni te denuncian por estafa en tribunales, ni apelan a señores con galera ni te tiran un guante en el piso para citarte a duelo con referí y pistola, te pegan un tiro, derecho viejo. Así saldan las deudas.