“…Se quedó sin aliento, espantado, los ojos aterrados, vacilantes, tumefactas las mejillas, babeando de espanto…”
La tortura de la esperanza P A Villiers de L´Isle-Adam
Carlitos Balá preguntaba a los niños qué gusto tiene la sal Y NO QUÉ GUSTO TIENE LA NAFTA O EL POXIRRÁN, convencido, suponemos, que su paladeo no era propio de chicos. Se equivocaba Carlitos Balá.
De la nafta podemos decir algo por haber succionado una manguera para cargar el tanque del auto de un bidón. Es asqueroso. Te hace doler la cabeza, te aturde. Lo mismo nos pasó con el tolueno alfombrando la cabina de una radio. Dolor de cabeza, taquicardia, agitación, mareo. Nada de elefantes rosados trepando paredes ni Luci en el cielo con diamantes, ni flashbacks, ni trips placenteros ni tocar como los Rolling Stones o que te salgan cumbias como las de Damas Gratis, o las de los Pibes Chorros o de Yerba Brava. Sin embargo para los chicos marginales que con la crisis no llegan ni a una colilla de Paco o de porro, la cosa funciona. Le sacan un poco de super a la moto, la meten en un tetrabrick vacío y aspiran. Es una droga altamente inflamable.
El pasado 23 de Enero de los difíciles suburbios de las Palmeras en la Colonia ingresaba derivado al San Vicente de Paul un changuito de 16 años apodado “Tiburón” con quemaduras de segundo grado tipo I y II en espalda, brazos y pierna izquierda. Pronto seguía viaje a Salta en estado delicado.
Dijo que sintió un ardor caminando solo, dijo luego que dos desconocidos lo agarraron de atrás y lo incendiaron. Averiguando, la Policía supo que estaba inhalando nafta con sus amigos Bruja (16) y Kiriku (20) y de golpe se le prendió fuego el sachet, le cayó en el pantalón y entró en ignición. Ante ese bonzo en llamas los compañeros le sacaron el pantalón y la remera, lo apagaron como pudieron y lo llevaron al hospital.
En la inconstancia de las declaraciones surgió que la Bruja inició el fuego con un encendedor del Kiriku. Todos quedaron demorados.