“No hay culpables, dijo el cronista. ese pobre hombre no era nadie, no tenía enemigos…”
Los electrocutados    J P Zooey
Irse a vivir a una isla desierta, irse a naufragar en una balsa, eran, hace unas décadas, símbolo de libertad. El anonimato, la soledad, la desconexión con las neuras ciudadanas, con los mandatos, las responsabilidades, te hacían libre. El alcohol y las drogas no permitidas ayudaban a olvidar.

Nombrados pordioseros, mendigos, crotos, linyeras o picheros formaron cofradías de borrachos para compartir penas en la calle viviendo de la caridad. En Pichanal hubo de siempre varios caederos y no pocos crímenes los enlutaron. Muertes toscas, rústicas, de intoxicados, de piedras o puntas oxidadas.

Habrá que agregar una ocurrida la noche del primero de Mayo (paradójicamente el día del trabajo) en los fondos de “la arenera” una casa ubicada sobre las vías, entrando al pueblo pocos metros a la izquierda de las barreras. Ahí se juntaban a tomar varios picheritos. Colegas de infortunio muchos de ellos acoplados un día sin que nadie les pidiera documento de identidad.

A la mañana el que le decían “Cardenal”, otros “Ezequiel” y algunos Manuel García, apareció muerto con la cabeza rota. Cerca de un mástil. Sus panchas estaban tiradas y los zapatos del Julio Segundo (66) encontrado a la vuelta quebrado con la cara deformada a golpes, más allá. Segundo recaló en la terapia intensiva de Orán sin poder declarar. ¿Acaso se pelearon Segundo y el cardenal?.

Los de homicidios levantaron a toda la troupe que en media lengua beoda negaba tener nada que ver. La gente de criminalistica mandó huellas digitales del occiso para determinar identidad. Dicen que viene de Morillo igual que el Patilla Ernesto Rojas (55) otro indigente muerto con un bloque en concreto en el Cruce en Junio del 2019. No sabemos cuantos han quedado detenidos de don Sacarías, del Gato Luna, del Patapata, del Mono y compañía. La situación de abandono te vuelve muy vulnerable.