“Tal vez bramó pidiendo que le ayudaran. Bramó como sólo Dios sabe cómo…”
Es que somos muy pobres Juan Rulfo
Despertar en la era de la pandemia y de la tecnología es desayunar crímenes. Por la radio los diarios las redes la tele el internet sumadas las vecinas con ruleros que vienen a chusmearnos a quien mataron o violaron de la vuelta.
Antes a la mañana te relajabas con una jarra de café, con un capuchino, medialunas de grasa, con tocino y huevos fritos o api y sopaipilla. Hoy es todo sangre y maldad explicita. Para el Viernes pasado el menú diario incluía al macabro crimen del loco del cuchillo de San Nicolás y otros por el estilo.
Menos esta revista nadie habló hasta hoy Lunes del asesinato de un chico de 17 años de barrio El Tanque de Caballito que fue a comprar con sus dos primos al kiosko de la esquina y un conocido vecino drogón delirado con robarle el celular lo acabó con un estiletazo en la ingle.
Una muerte absurda, escandalosa, tremenda por la edad de la victima Kevin Catriel Flores y no por el afán sensacionalista de los medios. Fue el Jueves a las diez de la noche y merced a los dos testigos presenciales al día siguiente la Brigada ya tenía bajo candado al asesino el “Cabezón” David Alexis Lopez (18) levantado del cañaveral cruzando la ruta escondrijo histórico de los que se mandan cagadas en la zona.
Son crímenes de la miseria y miserables. Con los que tenemos que atragantarnos demasiadas mañanas.